Los dirigentes de los 28 países miembros de la UE se han reunido a solas y bajo la estricta prohibición de utilizar el teléfono móvil en un Consejo Europeo extraordinario en el que emprendieron el camino para la designación de los puestos clave de para las principales instituciones comunitarias. Las múltiples reuniones entrecruzadas que han tenido antes de esta sesión-cena del Consejo Europeo reflejan la entrada del debate político partidista en esta institución en la que hasta ahora se había logrado dejar fuera y probablemente se va a rozar la posible confrontación con el Parlamento. Entre todos los cargos que han de ser nombrados, la elección del próximo presidente de la Comisión centró toda la discusión, junto al dilema sobre si se emplea -y en su caso cómo- la fórmula de designar a uno de los «candidatos especiales» («spitzenkandidat» en alemán) para el puesto más importante en Bruselas.
Las paradoja es que estas han sido las elecciones con mayor participación y al mismo tiempo la primera legislatura en la que los dos grandes partidos, popular y socialista, no suman una mayoría absoluta por lo que hará falta que el designado tenga el apoyo también del grupo liberal y probablemente además el de los verdes. Pero también es la primera vez que el presidente de un país tan relevante como Francia no forma parte de ni de los socialistas ni de los conservadores y, de hecho, la virtual «invasión» de Emmanuel Macron en el grupo liberal ha supuesto un vuelco inesperado que ha hecho creer a varios dirigentes que podían formar una mayoría alternativa en la que no estuviera el Partido Popular, que es el que ha obtenido un mayor número de escaños.
Los líderes no hablaron de nombres. El presidente del Consejo, Donald Tusk, dijo que tal como habían acordado, el mecanismo de los «spitzenkandidat» «no es automático, pero nadie puede ser excluido, al contrario alguien que haya sido candidato principal tiene probablemente más posibilidades» de ser designado.
Por ello la única conclusión de esta reunión ha sido que no es posible tomar una decisión -de hecho este era un Consejo extraordinario e informal, que no puede tomarlas- y que antes de lal próxima reunión ordinaria el mes que viene, le va a corresponder a los grupos políticos ponerse de acuerdo en la formación de una mayoría suficiente que garantice su ratificación parlamentaria.
La canciller alemana, Angela Merkel, ha defendido la candidatura del cabeza de lista del Partido Popular Europeo en las europeas, Manfred Weber, como todos los líderes del PPE con los que se había reunido antes, Por su parte los socialdemócratas, el segundo grupo de la cámara, han comisionado a Pedro Sánchez para las negociaciones, como cabeza de la delegación socialista más importante en el Parlamento Europeo para defender la candidatura del holandés Frans Timmermans.
El desembarco de Emmanuel Macron en el grupo liberal ha producido un terremoto en el propio grupo porque su hasta ahora portavoz, el belga Guy Verhofstadt, había sido uno de los más fervientes partidarios de respetar el sistema de los candidatos y ayer tuvo que aceptar romper ese consenso en la reunión de los jefes de los grupos políticos en el Parlamento Europeo, por orden de Macron.
Esa translación del debate político partidista al Consejo, donde los presidentes evitaban hasta ahora mirarse con las gafas de la ideología porque saben que no pueden entrar en debates partidistas cuando representan a todo el país, ha empezado a tener consecuencias inesperadas. La canciller Merkel no se ha tomado muy bien que Macron haya empezado a maniobrar a su favor, a base de atacar al grupo popular con la idea de formar una nueva mayoría con los socialistas y los verdes, sin tener en cuenta el grupo político más numeroso. Otros hablaban de una confrontación en la que ninguno de los dos puede ganar. «Si el presidente de la Comisión no es un alemán, entonces Macron no tendrá un francés en ninguna posición tampoco» revelaba una fuente popular. Este se fue insistiendo en que «ha de ser alguien que pueda formar una mayoría».
(Fuente ABC de ESPAÑA)