Punto de Encuentro

Somos un país de violadores

 

  • Rafael Rodríguez Campos

 

Hace un par de días, mientras jugaba con Rafaella, la más pequeña de mis hijas, nacida en marzo último, escuché en un programa de televisión que se habían reportado nuevos casos de violación contra dos niñas. De inmediato, recordé a la Congresista Indira Huilca denunciando que el Perú era un país de violadores. Como comprenderán, se me pusieron los pelos de punta con tan solo pensar que ella, o Berita, mi otra hija, pudieran ser víctimas de un acto tan abominable.

Hago este apunte, ya que si revisamos las cifras reportadas en el informe elaborado por el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (2015) sobre las violaciones a nivel nacional, llegaremos a la conclusión de que el Perú es efectivamente un país de violadores, y que esa no es una mentira propalada por los grupos feministas, que según el Cardenal Cipriani, están contaminados por la ideología de género, que como todos los peruanos informados sabemos no existe.

Al respecto, veamos primero las cifras: en Lima se registraron 355 casos, siendo La Libertad (91), Junín (86) y Arequipa (81), respectivamente, los departamentos en los cuales se presenta el mayor número de violaciones.

Asimismo, el informe revela que los casos por edad de la víctima son: 946 (de 0 a 17 años), 362 (de 19 a 59) y 19 (de 60 a + años). Eso quiere decir que en el 71,2% de los casos la víctima de una violación es una menor de edad, una cifra que debería alarmarnos a todos, incluso también a Cipriani, para quien este 71,2% de casos corresponde a sucesos en los cuales las mujeres (habría que recordarle que son niñas) se han expuesto a sí mismas incurriendo en actitudes provocativas: se exhiben en un escaparte, dijo Cipriani.

Sí, así como lo leen, para Cipriani, las mujeres son las culpables de las violaciones que sufren. Al parecer, para Cirpriani, los violadores son pobres hombres que fueron provocados por estas pecadoras. Me pregunto: ¿Qué pensará al respecto el colectivo “Con mis hijos no te metas? ¿Por qué no organizaron una marcha o embanderaron Lima rechazando la frase de Cipriani? Seguramente porque para ellos es más importante combatir a los homosexuales que a los violadores de niñas.

En mi opinión, una frase tan infeliz como la proferida por Cipriani, permite evidenciar dos cosas: 1) Pone al descubierto a los cobardes (incluyo al colectivo “Con mis hijos no te metas”)  que guardan silencio y no rechazan categóricamente tamaña estupidez; y 2) Muestra, una vez más, la mentalidad misógina y patriarcal de religiosos y laicos, que termina justificando actos de violencia, incluso sexual, contra la mujer.

Por eso me preocupa la postura adoptada por los sectores más conservadores de nuestra sociedad contra la Congresista Huilca y contra todas aquellas personas que se atreven a levantar la voz y hacer este tipo de denuncias. Me preocupa, pero no me sorprende, pues este sector es el que históricamente se ha opuesto a reconocer, por ejemplo, los derechos sexuales y reproductivos de la mujer (son los que se oponen a legalizar y/o regular el aborto terapéutico, eugenésico o por violación, e incluso se oponen al uso del Anticonceptivo Oral de Emergencia). Pero además, y esto es lo más lamentable, en lugar de refutar el contenido de la frase de la Congresista Huilca, la atacaron llamándola terrorista. En otras palabras, la consigna no es debatir el fondo de la denuncia, sino destruir a la mensajera. 

En lo personal, a mí no me preocupa la frase de la Congresista Huilca, yo llegué a la misma conclusión luego de leer diversos informes. Lo que sí me sobresalta, es que un país como el Perú que aspira a alcanzar mayores niveles de desarrollo ocupe, según el Observatorio de Seguridad Ciudadana de la OEA (2016), el segundo lugar en el ranking de países con los mayores índices de violaciones a nivel regional. Eso sí me jode. Y me jode más, que tipos como Cipriani, el representante de la Iglesia Católica en el Perú, y el colectivo “Con mis hijos no te metas”, se hagan de la vista gorda, nieguen las cifras, escondan la evidencia científica, y prefierandestilar todosu odio contra las personas que justamente defienden la igualdad de género y rechazan la violencia.

En ese sentido, los hombres, y ahora hablo como padre de dos mujercitas, en lugar de fingir fastidio o sorpresa cuando alguien se atreve a decirnos públicamente que somos un país de violadores, deberíamos redoblar esfuerzos para ayudar a identificar las causas del problema y buscar soluciones al mismo. En otras palabras, si queremos que las cifras cambien, pues 7 de cada 10 violaciones son cometidas por varones, los hombres deberíamos ser los primeros en sancionar política y socialmente a quienes como Cipriani buscan justificar la violencia contra la mujer, incluso culpándola por vestir provocativamente.

Para mí, esta falsa indignación tiene un claro objetivo político: atacar a los sectores, no solo a la Congresista Huilca, que reclaman y exigen la adopción de políticas públicas con enfoque de género para luchar contra la desigualdad y la violencia en cualquiera de sus formas. Digo esto porque habría que ser muy “imbécil” como para pensar que la Congresista Huilca nos acusó de violadores al 100% de hombres peruanos. Obvio que el objetivo de la frase no ha sido ese, sino más bien, llamar la atención, “usando un lenguaje simbólico”, sobre la magnitud de un problema social que ataca particularmente a las mujeres.

Ahora bien, tanto para Cipriani, como para el colectivo “Con mis hijos no te metas”, el enfoque de género, al que ellos llaman maliciosamente ideología de género, no es otra cosa que una falsa conciencia o una manera errada de interpretar la realidad. En otras palabras, su ignorancia es tan grande que no saben que el género no es una ideología, tampoco una pose, sino simplemente la construcción cultural de la diferencia sexual que asigna roles diferenciados a hombres y mujeres, pero que en una sociedad machista y patriarcal, ha generado desequilibrios estructurales siempre en perjuicio de las mujeres.

Finalmente, y a la luz de lo que estamos viviendo en nuestros días, considero fundamental que el Perú debe iniciaruna gran cruzada liberalizadora que empiece problematizando la manera cómo nos hemos relacionado históricamente entre hombres y mujeres. Para luego, construir una ética pública compartida capaz de rechazar y sancionar drásticamente el machismo, la homofobia y tantas otras formas de opresión. Ese será el primer paso para la construcción de una sociedad en la que Rafaella, Berita, y todas nuestras niñas puedan ser felices, sintiéndose libres y seguras.

Abogado PUCP. Post Grado y estudios de Maestría en Ciencia Política y Gobierno (PUCP). Candidato a Máster en Derecho Constitucional en la Universidad Castilla de la Mancha (Toledo-España). Profesor de Ciencia Política e Historia de las Ideas Políticas en la Facultad de Derecho de la Universidad San Martín de Porres.

 

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