El pasado 4 de septiembre de 2024 se aprobó una reforma de calado al sistema judicial de México.
México tiene su base en un sistema de contrapesos, esto es, un poder judicial, un poder legislativo y un pode ejecutivo.
La idea central es el evitar que cualquier poder tenga mayor contrapeso que el otro y, así el país tenga un cierto equilibrio. En teoría funcionaba bien; México consumo su independencia hace 203 años y, desde ese entonces han existido varias constituciones, hasta llegar a lo que tenemos hoy en día.
La máxima autoridad en la rama judicial es la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sin embargo, el presidente tiene la facultad de proponer ministros para que exista una moderación. Además, hay organismos que se encargan de verificar que todo marche en orden, para el caso del poder judicial es el Consejo de la Judicatura.
Se tenía la creencia que el presidente encaminaría proponer a las mejores y a los mejores juristas del país para ocupar puestos tan importantes; para tener una idea, son sólo 11 personas en un país de 125 millones.
Empero, se tenía la idea que el presidente procuraría aprovechar su facultad para proponer ministras y ministros para elegir a las más preparadas y preparados. Craso error, porque el actual presidente propuso a Lenia Batres, persona que asesoró al hoy presidente hace 20 años y a la actual presidenta electa hace 8 años.
Ah, y lo más importante, es hermana del actual jefe de gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres. El ejemplo es una prueba de la idea central del ejecutivo, que es el tener todo controlado para poder ejercer el poder a su entero capricho sin traba alguna.
Hay miles de mexicanos estudiando y trabajando arduamente, durante 20-25 años para dar su vida al gobierno y a nuestro país, en busca de poder crecer en el sistema judicial y llegar a ser jueces, juezas, magistrados, magistradas, ministros y ministras, que recientemente se enteraron de la reforma.
Lo anterior, significa que ya no requieren a personas con carrera judicial en la Suprema Corte, sino a los familiares de los allegados al presidente.
Asimismo, tenemos un congreso bicameral, formado por 500 diputados y 128 senadores. Esto es otro candado impuesto a través de los años, para evitar dotar de un poder único y absoluto al poder ejecutivo.
El hecho de tener tantos escaños es para intentar tener una participación de todos los gustos y preferencias de los mexicanos y las mexicanas, así sean opiniones diversas se busca que todas las voces sean representadas.
La disruptiva reforma, elimina la carrera judicial porque ahora los jueces serán elegidos a través de elecciones extraordinarias; similar a un puesto político, es decir, se propondrán 6 personas y la población votará para elegir al juez o a la jueza.
Ese es un primer cambio, el segundo cambio es el disminuir los ministros de 11 a 9 y, eliminar las salas. Actualmente se busca que los asuntos estén divididos, por lo que hay una sala civil-penal y administrativa-laboral, en aras que los asuntos sean resueltos por expertos en cada área.
No obstante, la reforma eliminará las salas, lo que se traduce en que todos los ministros deben saber conocer de todos los asuntos. Así de sencillo, la poca especialización que existe (que es de las cosas buenas del poder judicial) se eliminará para tener todólogos, abogados elegidos por el voto popular que sepan de sindicatos, de contratos de suministro, de divorcio, de riesgo laboral, de petróleos, de inteligencia artificial, de patria potestad, de patentes, ósea, de cualquier cosa deben conocer esas 9 personas.
La lógica detrás de la reforma es quitar los obstáculos que aún existen en México para las nuevas propuestas de leyes. Entre menos personas para convencer, es más fácil ganar.
La carrera de juez ahora también es carrera política; a partir de la reforma las personas que deseen esos puestos deberán ser más cuidadosos porque tal como sucede en las elecciones, al concluir habrá “cacería de brujas” para eliminar la competencia que exista. Todo sufrirá un cambio y ninguno de esos es positivo para la impartición de justicia.
México tuvo elecciones democráticas, para enterarse después que MORENA compró curules de otros partidos, para quedarse con la mayoría de puestos en la cámara de diputados pasará lo que pasará en las urnas.
Así funciona la democracia en el país y así funcionará para elección de jueces y juezas. El avance de esta reforma, es el principio del fin para un país que sin darse cuenta -aparentemente- entregó todo el poder a una persona.
Esperemos que las marchas, los paros y el poder judicial desde su trinchera puedan revertir esta situación, porque de lo contrario, la poca labor judicial correcta del país dejará de existir y será algo que lamentaremos por décadas.