Punto de Encuentro

Ciencia y experiencia

Por Antero Flores-Araoz

Es bastante habitual que la gente joven desestime y no aprecie los consejos de los mayores, refiriéndonos a las personas de la tercera edad. Sobre ellas las personas jóvenes dicen que “están viejo”, “ya son obsoletos”, “no están al día”, “el mundo ha cambiado”, “están fuera de foco” y diversas otras expresiones similares, algunas simplemente irrespetuosas y otras con grosera burla.


Más aún se enorgullecen en este mundo tecnológico en que vivimos en que la ciencia invade sus cerebros, aunque olvidando la experiencia, que como se dijo y se sigue diciendo “es la madre de la ciencia”.

La gente joven generalmente, “saca pecho” por sus conocimientos científicos adquiridos en las universidades nativas y del exterior, que por supuesto son muy importantes, pero desdeña lo que les trasmiten los de la tercera edad, quienes preferimos ése término al de “ancianos”, como si se tratase de algo peyorativo, cuando los ancianos tienen “experiencia” que les ha dado la vida, su actuación en ella como también sus errores, los que por supuesto enseñan.

Antiquísimo refrán, aunque de autoría desconocida nos dice” el diablo sabe más por viejo que por diablo”, lo que es un galardón para la gente de la tercera edad ya que no es otra cosa que certificar las bondades de la experiencia, por más que insistamos en el otro antiquísimo dicho de que “El hombre es el único animal que se tropieza con la misma piedra”

La experiencia no se opone ni se contradice con la ciencia, la complementa. En la ciencia hay la inteligencia, el conocimiento, y los pergaminos que se reciben por ello, pero en la experiencia está lo vivido, con aciertos y yerros, con virtudes y vicios, con méritos y sin ellos, así como con premios y castigos”, nada de lo cual es descartable. Oscar Wilde decía que “La experiencia es el nombre que damos a nuestros errores”, a lo que podríamos agregar que también de los aciertos, que igualmente son experiencia e insistimos, ella importantísima.

Recordemos incluso la experiencia que nos transmitían nuestros abuelos, en temas tan sencillos como el clima, las dolencias y las comidas y bebidas. Para el frío nos enseñaban que era necesario abrigarse pies y cuello. Para el frío también tomar emolientes, caspiroletas, ponches y la famosa diana arequipeña. Para las comidas las de menos grasas y azucares, para la garganta gárgaras de sal, para el estómago infusión de anís y, para la higiene lavado de manos cuantas veces puedan hacerlo al día.

Como ven es la experiencia de los muy mayores la que debemos seguir, que en nada contradice a la ciencia, pero ayuda en toma de decisiones, en no reincidir en errores y en llevar una vida aceptable que también sea ejemplo para quienes los vayan a suceder.
Recuerden: ciencia y experiencia, ambas son necesarias.

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