Hoy, el mundo experimenta constantes cambios que han generado polarización en diferentes países. Estados Unidos no es ajeno a este fenómeno, por lo que las próximas elecciones de noviembre de 2024 serán, sin exagerar, una de las más importantes en la historia del país.
Incluso antes de la nominación oficial de los candidatos de los principales partidos políticos estadounidenses —tradicionalmente un sistema bipartidista con alternancia entre demócratas y republicanos—, la carrera hacia la Casa Blanca ha presentado episodios controvertidos. Entre ellos destacan el atentado contra el ex presidente Donald Trump y la retirada del actual presidente Joe Biden debido a su delicado estado de salud, que le impide continuar en la contienda para gobernar uno de los países más influyentes del mundo.
Estados Unidos enfrenta actualmente una de las crisis sociales más significativas de su historia, consecuencia de un gobierno percibido como débil, que ha permitido, según sus críticos, demasiadas concesiones a sus adversarios. Esto ha dado la oportunidad a potencias como China de ganar ventaja geopolítica y expandir su influencia global, mientras la administración actual ha concentrado sus esfuerzos en implementar políticas progresistas que ahora están siendo cuestionadas.
Estas elecciones ofrecen a Estados Unidos, más allá de los candidatos, la oportunidad de retornar a sus valores tradicionales y reconstruir su visión de "tierra prometida", o continuar por un camino que algunos consideran cercano al socialismo, el cual, según sus detractores, solo ha traído debilitamiento institucional, mayor violencia y una acelerada tendencia hacia políticas "woke".
Si bien ni Donald Trump ni Kamala Harris son considerados los candidatos ideales para los partidos Republicano y Demócrata respectivamente, ambos reflejan los desafíos actuales de la política estadounidense y la necesidad de renovar las instituciones del país.
¿Qué ofrecen ambos candidatos? Trump, en su tercera campaña presidencial, buscaría un segundo mandato. Este empresario devenido en político ganó sorpresivamente en 2016 con 304 votos electorales (superando los 270 requeridos por ley) frente a la experimentada Hillary Clinton. Su gobierno fue considerado moderadamente aceptable por sus partidarios. Por otro lado, Harris, como vicepresidenta, asumiría el legado del gobierno de Biden, además de proponer sus propias iniciativas en ámbitos como derechos reproductivos y regulación federal de medicinas y alimentos, propuestas que generan rechazo entre los sectores más conservadores.
El primer gobierno de Trump tuvo logros que algunos reconocen reluctantemente, como el programa "America First", que con su mensaje nacionalista reorientó la política exterior hacia una diplomacia más asertiva. Además, intentó mediar en conflictos internacionales y logró reducir el desempleo a las tasas más bajas de los últimos 50 años. Actualmente, Trump promete una postura más firme en una posible nueva gestión.
Kamala Harris, al igual que Trump, no tiene una extensa carrera política tradicional. Ha sido fiscal del distrito de San Francisco, fiscal general de California, senadora por el mismo estado y actualmente vicepresidenta. Es conocida por defender los derechos LGBTQ+ y los derechos de las mujeres, con énfasis en la legalización del aborto. Como vicepresidenta, ha enfocado sus esfuerzos en regular los costos de medicamentos, abordar la cuestión migratoria y otros asuntos sociales, reflejando su visión progresista. Para sus críticos, Harris representa una postura de izquierda radical, percepción que podría acentuarse con la elección de Tim Walz, gobernador de Minnesota, como su compañero de fórmula, sugiriendo una continuación de las políticas de Biden.
Independientemente de cómo se presenten ambos candidatos, con sus aciertos y desaciertos, los estadounidenses tendrán la gran responsabilidad de elegir a uno de ellos. Más allá de los debates que abordarán propuestas ya conocidas, los votantes se enfrentan a una decisión que podría tener profundas implicaciones para los valores fundamentales que han definido al país desde su fundación.
El panorama político actual es complejo y tenso. Algunos analistas, en sus proyecciones más pesimistas, llegan incluso a vaticinar la posibilidad de un conflicto civil en los próximos años, argumentando que cada día se acumulan más factores que podrían conducir a tal desenlace.
Esperemos que este 5 de noviembre sea un día memorable para Estados Unidos y para el mundo. Una de las naciones más influyentes del planeta definirá su rumbo, y su elección tendrá repercusiones significativas no solo para el país, sino también para la región y el orden global. Confiemos en que los votantes tomen una decisión informada y consciente de su trascendencia histórica.