Por Víctor Raúl Díaz Chávez
Hay casos excepcionales que pertenecen a esa estirpe de hombres cuyas dimensiones humanas trascienden los linderos regulares de lo común u ordinario. Es el caso de excepcionales personalidades cuya presencia en sus sociedades, marcan profundas huellas en las conciencias de sus pueblos, cruzan sus escenarios como un rayo fulgurante cuya brillantez ilumina sus espacios tiempo y superviven en la memoria colectiva de sus gentes creciendo en su dimensión histórica.
Alan García Pérez, el presidente más joven de la historia peruana, y dos veces presidente del Perú, dueño de un verbo electrizante, señor de la palabra, considerado uno de los mejores oradores de Latino América, y a su vez, hombre culto, de una memoria prodigiosa, inteligente, enciclopedista, ameno, alegre, cultor de la música y el canto, escritor, analista, político demócrata y estadista, y fundamentalmente humano, liberado de odios y rencores, y por ello, capaz de perdonar ofensas y calumnias.
Su inició en la vida política en su temprana edad se dio bajo la tutela de la poderosa personalidad del Maestro Víctor Raúl Haya de la Torre, llegando a ser su discípulo predilecto y hacia quien Alan le prodigaba un afecto paternal. Con la sombra protectora del maestro, Alan García continuó su formación profesional, académica y política en Europa, en 1972 se dirige a España y Estudia su doctorado en Derecho Constitucional en la Universidad Complutense de Madrid, y paralelamente obtiene el Diploma de Planificación en el Instituto de Sociología y Desarrollo del área Ibérica para luego dirigirse a Francia en 1974 a fin de continuar estudios de doctorado en Sociología en la Universidad de La Sorbona de Paris. Es discípulo de Francois Bourricaud y continúa estudios en el Institut des Hautes Etudes de l’ Amerique latine.
Retornó al Perú en 1979. Es elegido miembro de la Asamblea Constituyente presidida por el egregio Víctor Raúl Haya de la Torre, actuando, como Secretario. Luego es elegido diputado en el período 1980, 1985 y en 1986 es elegido Presidente de la Republica.
Su primer gobierno se inició con una amplia popularidad y los dos primeros años de su gobierno fueron de crecimiento, a la que se sumó su prestigio como líder continental enfrentándose al FMI y al Banco Mundial, con la tesis soberana del pago de la deuda externa con el 10% de las exportaciones. Tesis revolucionaria que fuera aplicada después en otros países del sud este asiático que hoy constituyen modelos de desarrollo y bienestar. Al mismo tiempo planteó una política para la formación y crecimiento de un capitalismo nacional mediante el apoyo del Estado a los empresarios nacionales que asumieran después el compromiso patriótico de reinvertir en el país y promover su desarrollo. “Ver el ejemplo del capitalismo nacional chileno, al que deberíamos superar, primero creciendo y consolidando un capitalismo nacional y luego impulsando el desarrollo”, solía decir el presidente Alan García a los llamados “los doce apóstoles” integrados por empresarios nacionales, que lo traicionaron e incumplieran con su compromiso, pues una vez acumulado las ganancias, exportaron sus capitales a otros países a través de los bancos y de las financieras, lo que motivó la respuesta del gobierno para la Estatización de la Banca. Este hecho sumándose a los graves problemas económicos de la llamada “Década perdida de América Latina”, caracterizada por la presión de la inmensa deuda externa, la presión del capitalismo internacional que aplicó y el cerco económico del Perú más drástico que las aplicadas a Cuba, llegando a calificarnos “país inelegible” y cerrarle las puerteas del mercado internacional, se generó en el país una crisis muy grave, con inflación y bajo crecimiento.
En este frente interno desfavorable, el presidente Alan García supo mantener incólume la democracia y el orden constitucional, convocó a elecciones y fue elegido presidente Alberto Fujimori que logró hacerse de la presidencia de la República con su oferta contraria a las propuestas fondomonetaristas de Vargas Llosa, candidato apoyado por “Los doce apóstoles”, los bancarios y la derecha nacional, reunidos en cónclaves y cenáculos promovieron el “antialanismo” y la liquidación política del APRA. Se inició una perversa y mal intencionada campaña de desprestigio personal de García, utilizando medios y recursos delincuenciales, como el “falso informe Lark”, que contenía irresponsables aseveraciones. Como ejemplos de esta grave e irresponsable calumnia que tenía como propósito desprestigiar al ex presidente García, este informe decía que “Alan García tenía una casa en una isla junto a la del cantante Julio Iglesias”; o que en el “Sotebink bank” de Londres habían cuentas cifradas a nombre de sus familiares directos, cuando este establecimiento inglés no es un banco, no maneja cuentas, por tratarse de una Casa de antigüedades.
En abril de 1992 con el golpe de Estado perpetrado por Fujimori asesorado por Montesinos, se instaló una dictadura que dirigió una encarnizada persecución a Alan García, que lo obligó asilarse en la embajada de la hermana república de Colombia, que fiel a su tradición democrática le fue concedida y Alan García va rumbo al exilio, impedido de retornar al país, inclusivo cuando le urgía para estar presente en el entierro de su padre.
La gran corrupción de la dictadura que fue desenterrada por los llamados “vladivideos”, testimonios escalofriantes de la crisis moral de un gobierno sin identidad nacional, obligó al dictador a huir del país y renunciar “via fax” para evitar ser procesado. Se instala el gobierno transitorio dirigido por Valentín Paniagua que convoca a elecciones y se restaura la democracia.
Es en 2006 que Alan García gana las elecciones y es elegido presidente de la república por segunda vez, derrotando al candidato de la izquierda criolla peruana que pretendía emular el desastroso gobierno de Hugo Chávez que convirtió el paraíso venezolano de otros tiempos en un infierno actual del cual huyen por millones sus ciudadanos.
El segundo gobierno de Alan García marcó la diferencia y marco un hito en la historia. Llegó a ser uno de los mejores gobiernos de la historia peruana, pues encaminó al Perú hacia el gran desarrollo económico y social, con un crecimiento promedio en todos los 5 años de gobierno del 7%, reduciendo la pobreza el 49% al 27%, es decir que salieron de la pobreza más de 5 millones de peruanos, se erradicó el analfabetismo, se construye el primer Tren Eléctrico para el transporte masivo, seguro, ecológico para Lima, obra postergada por la mezquindad política de sus adversarios, por la ignominia y el odio que lo tuvieron paralizado 20 años. Obras de trascendencia como los Colegios Emblemáticos, el Colegio Mayor Secundario, el Estadio Nacional, el Gran Teatro de Lima, el moderno Ministerio de Educación, 47 hospitales a nivel nacional para el aseguramiento universal y el Gran Hospital del Niño, las exitosas campañas de vacunaciones a más de 20 millones de peruanos en tiempos breve, el programa de electrificación "Luz para Todos" que permitió dotar de energía eléctrica a 15,000 pueblos de las diversas regiones del país beneficiando a más de 2.5 millones de peruanos y permitiendo que el país alcance un acceso del 92%, la irrigación de Challa y de Olmos, agua para todos. En su conjunto en el segundo Gobierno de Alan García se ejecutaron más de 150 mil obras, se crearon más de 2 millones 300 mil puestos de trabajo. Por esta dinámica de crecimiento y desarrollo y el Perú fue reconocido como uno de los países emergentes de mayor crecimiento, hecho que hizo factible que estudiosos y economistas mundiales denominaran a este período como “El milagro Peruano”.
Culminado su exitoso segundo gobierno, el odio de sus enemigos político, que emergen como las ponzoñas de conventículos de un izquierdismo deformado se orientaron a su destrucción física. Operaron un cerco criminal protegidos por un gobierno espurio y sin escrúpulos que pretendió montar una fanfarria con el espectáculo de su detención personal. Pero Alan García les privó de esta frívola pretensión iniciando el viaje cósmico hacia las estrellas.
Hoy a los cinco años de su ausencia, el afecto, el cariño de su pueblo, y la nostalgia de su gente, como lo decía Choquehuanca para Bolívar, “ crece como la sombra cuando el sol declina”.
En el futuro, con el juicio de la historia, hombres, mujeres, niños, comunidades y pueblos, corearán su nombre, inmortalizando su figura de estadista, de demócrata, del político honesto que dejó a los carroñeros sus despojos como expresión de su desprecio.