Hace unas semanas alguien quien estaba en total desacuerdo con mi punto de vista sobre las marchas contra el gobierno del ex presidente Merino, respondió una publicación mía expresándome que las marchas SÍ servían, que yo no debería minimizarlas y que gracias a ellas “Se podía ser algo más que AMA DE CASA”.
Leí unas cuatro veces más las líneas escritas y después de reírme un poco resalté algunos puntos:
1. La persona tenía derecho a estar en desacuerdo conmigo, ¡Claro que sí! no todo el mundo debe pensar como yo. Somos seres individuales, vemos las cosas desde puntos de vista diferentes, ya que todos nacemos en entornos distintitos y nuestra perspectiva de la vida y de la política parten de nuestras experiencias y relaciones interpersonales, que obviamente no son las mismas.
2. ¿Las marchas sirve? Por su puesto, las marchas sirven para expresar lo que la gente quiere, para reclamar nuestros derechos vulnerados o para exigir lo que como sujetos de derecho queremos para el país. Pero no todos estamos obligados a marchar ni a acudir a marchas con las que no estamos de acuerdo.
3. ¿Yo no debería minimizar las marchas? Sí, también tenía razón en ello, soy una persona con la capacidad de aceptar errores y el hecho de que no crea en los motivos de una marcha o no esté de acuerdo con lo que en ella se exige no me da potestad para desmerecerla, ya que como dije líneas arriba: los puntos de vista de cada persona son diferentes. No obstante, mi critica no era explicita y dio pase abierto a interpretaciones erróneas, mi queja era sobre la poca importancia que se le dio al coronavirus esos días por acaparar el foco de atención en las marchas. Nos olvidamos del peligro mayor, nos olvidamos de que el enemigo más fuerte es invisible y a diferencia de un país al cual podemos sacar adelante con buenas elecciones y siendo mejores personas, al Covid no lo eliminamos en las urnas, pues aún no sabemos si hay cura o si la habrá.
4. El último punto, el más importante de esta publicación y el que quiero que analicemos juntos, son las últimas líneas que resalté en el primer párrafo de este texto. Palabras que me dejaron pensado un corto tiempo ¿Qué tenían que ver dos puntos de vista distintitos sobre una crisis política con SER AMA DE CASA? Además, ni siquiera entraba en el contexto del tema en discusión. Y aunque no lo quería aceptar porque es una persona que seguiré viendo al pasar de los años, finalmente mi lógica me dijo: Te está queriendo insultar diciéndote AMA DE CASA. Por eso decidí volver hoy 01 de diciembre (día en el que escribo estas líneas) - precisamente que es el día mundial de las amas de casa - a escribir sobre aquella labor que la sociedad y las nuevas generaciones han transformado en insulto.
¡Y aquí estoy! y no; no es para hablar de política… después de una última publicación donde un montón de machos cabríos me dijeron textualmente “Las mujeres no deben opinar de fútbol” - dolidos porque alguien que no tiene pene les dijo que el fútbol peruano es mediocre - he vuelto a escribir, ahora que ya podemos respirar después de la crisis por la vacancia a Vizcarra; para hablar de quienes valen más que cualquier político peruano: las mujeres trabajadoras del hogar.
El origen del Día de la Ama de Casa se remonta al año 1958 en Argentina cuando un grupo de mujeres que conformaron la liga de Amas de Casa decidió establecer un día para conmemorar una actividad que aún hoy muchos gobiernos no reconocen como trabajo. Es así como el 1 de Diciembre se rinde homenaje a las amas de casa por la labor diaria que realizan y la responsabilidad tan vital que tienen con sus familias. Expandiéndose la fecha de celebración por toda Latinoamérica. ¿Pero aquellas mujeres que formaron la liga de Amas de Casa solo pedían reconocimiento? La respuesta es NO. Pues en esos tiempos y aún en nuestra actualidad suele ser una labor cuyas tareas no tienen: horarios, días de descanso, seguro social o REMUNERACIÓN ECONÓMICA. Y si todo esto nos parece injusto e inhumano (cuando de un trabajo se trata) agreguemos que hoy en día “se ve mal que una mujer sea ama de casa” y si no me creen pueden hacer el simple ejercicio que hice estas semanas con chicas en edad escolar y pre - universitaria, háganle la pregunta ¿De grande te gustaría ser ama de casa? Si la respuesta es un NO (como lo fueron todas en mi experiencia) les pido que resalten en el tono de esas respuestas, ya que en mi experimento todas lo respondieron con un tono despectivo, como si yo les hubiese hecho un chiste o como si la pregunta hubiese sido ofensiva, ni que les hubiese preguntado ¿De grande te gustaría ser traficante de drogas? Y no está mal que las niñas quieran tener una carrera, efectivamente me alegra que cada día seamos más las mujeres con una carrera, con maestrías, con importantes logros académicos y posiciones laborales. De hecho me vi en varias de las chicas que respondieron a mi experimento; me vi de pequeña respondiendo que quería ser escritora y periodista con mis ojos iluminados y a la vez minimizando y despreciando un trabajo que finalmente mi madre y hermana mayor hicieron y siempre, siempre me benefició a mí.
El trabajo del hogar no remunerado involucra una recóndita desigualdad de género. En promedio, las mujeres dedican de 12 a 17 horas semanales más que los hombres a estas tareas y esto se sustenta en estereotipos de género que ubican culturalmente a las mujeres en actividades solamente de crianza y cuidado. Las actividades de una ama de casa consisten en su mayoría en las siguiente tareas: limpieza de la casa, cuidado y crianza de los hijos (si es que los hubiera), preparación o cocina de los alimentos, administración económica parcial o total del presupuesto familiar, compra de víveres y otros artículos, supervisión de trabajos y de tareas en el ámbito del hogar y un extenso etc. Y si somos más profundos con la evaluación de esta lista, sin una ama de casa que realice todo lo antes mencionado deberíamos contratar a las siguientes personas o servicios para mantener el orden de un hogar: para la limpieza una empleada, para el cuidado y crianza de los hijos una nana o una institutriz, para cocinar los alimentos un chef, para el presupuesto un administrador, para la compra de vivieres o artículos del hogar un servicio de pedidos por delivery que realice tus compras, para supervisión de trabajo dentro hogar tal vez un diseñador de interiores. Y aun dando una pequeña muestra de las numerosas labores que estas mujeres hacen por sus familias las amas de casa son consideradas inactivas por todo el sistema estadístico y de información en el Perú, increíble, pero cierto.
Volviendo a los inicios de esta publicación y al hecho de que hayan querido utilizar las palabras “Ama de Casa” como una ofensa hacia mi persona voy a puntualizar que en medio de las risas que me sacaron esas líneas atrevidas, a la vez también me reconocí en ellas, recordando a la Patrizia que solía ser: joven y estúpida. Insolente con aquellas mujeres de su familia que no habían tenido la oportunidad de poder seguir una carrera, descalificando a las amas de casa sin saber el sacrificio que ellas hacían para todos los miembros de su hogar. En resumen me vi. Me vi años atrás pretendiendo ser superior por solo estar estudiando, y según yo con eso bastaba para ser alguien mejor, cuando ser alguien mejor implica más que el éxito profesional y no depende de qué tantos títulos tengas o qué cursos te enseñen en la universidad, mientras no aprendas a hacer algo por lo demás no seremos mejores personas, y eso es algo que yo no había aprendido, aun teniendo cerca muchas mujeres que se sacrificaban por su familia. Yo realmente lo entendí el día que me fui de mi casa, cuando a los 22 años decidí vivir sola y me di cuenta que mi cama no estaba tendida cuando llegaba de la universidad, que si no cuidaba de mi perro literalmente se moría de hambre, que el polvo de una sala puede traer muchas alergias, que ni siquiera trabajando y estudiando la comida se hacía sola, cuando no sabía la diferencia entre el paracetamol o el panadol, cuando debía barrer porque era vital si quería recibir visita, al descubrir el por qué algunas mujeres de mi familia tenían las manos ásperas de tanto usar lavavajillas y lejía, cuando por fin entendí que a veces no hay tiempo para arreglarse ya que el baño y la ducha toman bastante tiempo en desinfectar y sobre todo cuando debía hacer magia para que mi sueldo alcance y pueda pagar todos los servicios. Definitivamente vivir sola a los 22 años me dio una idea de lo que es el trabajo de una ama de casa, pero ante todo la mejor lección que la vida me pudo enseñar y es algo que todos deberíamos practicar un poco más: JAMAS CRITIQUES ALGO QUE TÚ NUNCA HAS EXPERIMENTADO.
Finalmente y antes de acabar con estas líneas, quiero felicitar a las mujeres trabajadoras del hogar por la labor tan grande que hacen por el bien de los demás, y decirle a todos mis lectores lo siguiente: tal vez en nuestros antepasados no haya héroes, artistas o un presidente, pero lo que sí les puedo asegurar al cien por ciento es que en todos los árboles genealógicos hubo amas de casa, heroínas que pasaron invisibles y cuyas memorias merecen respeto, el respeto que solo les daremos no utilizando como insulto un trabajo al que deberíamos aplaudir.
¿Aún tienen ganas de minimizar este trabajo?