Punto de Encuentro

Acoso en tiempos de Covid -19

Seguramente algún grupito de personas se van a enojar conmigo por las siguientes palabras, pero lo pensé dos días antes de darme algo de valor para escribir esta columna y eso jamás en mi vida me había pasado desde que cogí mi primer lápiz: tener miedo de escribir lo que pienso. Bueno, pasadas las dubitaciones reconocí lo mucho que está abarcando el nuevo “feminismo” en el mundo, tanto que ya había logrado intimidarme, pero nunca tanto.

Lo ocurrido con el actor y la menor de edad ha remecido la televisión, las redes sociales y por su puesto los grupitos de WhatsApp. Ayer mientras usaba mi celular, me llegó el famoso “pack de Ricolas” más de 4 veces, compartidos en diferente grupos. Los comentarios en los grupos no se hicieron esperar, todos eran con tono burlón y provenían tanto de hombres como de mujeres; y claro, mientras no se trate de tu propia vida lo demás siempre puede dar risa. Entonces un gran amigo periodista me iluminó diciéndome que mientras no sea el video de la “Miss Perú” (filtrado hace pocos días en páginas porno) todo estaba  bien; y tenía toda la razón del mundo, tratamos algunos temas según el género de la persona que esté involucrada. ¿Qué hubiese pasado si las mismas personas que compartieron el “pack de Ricolas” hubiesen compartido el “pack de la Miss Perú”? seguramente los comentarios ya no hubiesen sido chistosos, al contrario yo creo que hubieran sonado a reclamo por compartir imágenes íntimas de una mujer, seguramente las chicas de los grupos de whatsapp estarían en modo #INDIGNADAS por esa falta de respeto y muchos de mis contactos se hubiesen peleado entre sí; pero el hecho es que no creo que sea lindo que compartan tus videos o fotos desnudo, a excepción de los actores porno que viven de ello. Saber que tu cuerpo y tu intimidad - esa que sólo se la das a quien tú quieres - ya es de dominio público; saber que miles de hombres y mujeres se han masturbado viendo tu cuerpo debe ser un infierno ya sea que tu ex novio las filtró o que la pusiste por equivocación en tus redes, al final es lo mismo, estas expuesto y eso es horrible.

Pasamos ahora al tema de la menor de edad, quien acusó al actor de “ACOSO”, sí amiguita y amiguito lector lo pongo entre comillas aunque te retuerzas porque no pienso igual que tú y aunque mil feministas me odien por no darle la razón ciegamente a una chica; ese tipo de “acoso” que se ha tratado de mostrar cual novela turca es el motivo principal por el que miles de veces no nos toman en serio;  ya que banaliza un tema tan, pero tan delicado con hechos que sólo las personas que sí hemos sido acosadas podemos reconocer como bullshit.

A los 21 años tuve un suceso que marcó mi vida de manera radical, fui acosada por una persona a la que consideraba “mi pata” su nombre es Jimmy, y sí, aún sigue vivito y coleando. A Jimmy lo conocí justo cuando había iniciado mi primer negocio de menú delivery para oficinas. Él empezó siendo uno de mis clientes y como teníamos amigos en común comenzamos a coincidir en reuniones hasta hacernos patas. Puedo describirlo como ese tipo de personas que caen bien rápidamente porque son como coloquialmente se dice: “un mate de risa”. Con el paso de los días fui creándome un concepto de él como una persona chévere, teníamos cosas en común como el hecho de que nuestras madres tenían diabetes y lo mucho que habíamos luchado para pagarnos los estudios en una universidad particular. Me caía bien “el chato”, no era mi mejor amigo, pero era un “pata bien chévere” y seguía siendo mi cliente en el negocio de comida. Los primeros síntomas de un interés diferente se empezaron a dar una vez que estábamos hablando de mi negocio y me quedé sin saldo para llamar a una clienta y él se ofreció a recargar mi celular, quedé en devolverle los 10 soles que gastó la siguiente vez que lo viera. A los dos días le fui a llevar la comida de mi negocio y de paso pagarle el dinero de la recarga y él no aceptó, me dijo que era un regalo – extraño pensé - ese día también me dijo que lucía muy bien con el cabello recogido; me hizo sentir rara, pero lo tomé como un comentario de “pata”. Sin embargo, las semanas siguientes los halagos eran más frecuentes, de hecho comenzaba a ponerme saldo en el celular sin que yo se lo pida y le dije que se detenga. No hablé de mis temores con nadie, porque mi cabeza quería creer que era yo la exagerada, pero ya hasta me incomodaba recibir sus mensajes de “buenas noches” o “buenos días”. Un fin de semana me mandó un mensaje de texto invitándome al cine y le respondí que no podía porque iba a salir, a las 2 horas de ese mensaje él tocó mi puerta,  yo jamás le había dicho donde vivía; sentí miedo, pero lo disimulé. Al día siguiente hablé con mi socio, con quien tenía el negocio de comida y le dije que había decidido ya no llevar más menú para la zona de Miraflores donde él vivía, seguidamente le mandé un mensaje a Jimmy diciéndole que lamentablemente ya no iba repartir menú por ahí y respondió con un corto “ok”. Pensé que todo había pasado, sin embargo, por 2 semanas seguidas me daba llamadas y al contestar se quedaba callado y me hacía oír su respiración; además lo encontraba en todos lados, fuera de mi universidad, cuando salía a pasear a mi perro, cuando salía al parque con mis sobrinos, cuando iba a jugar básquet y hasta cuando estaba con mis amigas. Él  estaba en todos lados, se aparecía sin decirme nada, pasaba por mi costado y  lo único que hacía era decirme tácitamente “te estoy vigilando”, comencé a vivir con miedo y a sentirme dentro una película de terror, todo era tan irreal. Cada vez que escuchaba el sonido de los mensajes de texto temblaba de miedo, si sonaba el ringtone de mi celular mi piel se erizaba, no podía ir a la tienda sin mirar por todos lados, y le decía a mis amigas de la universidad que no me dejen sola en ningún momento. No podía vivir así, decidí apartarlo de mi vida cambiar mi número de celular, salir menos y bloquearlo de todos lados; creía estúpidamente que podía manejarlo yo sola, pero esa decisión sacó por completo al gran acosador que era. A los pocos días de cambiar de número me envío una larga amenaza al correo de mi negocio donde me exigía con palabras irrepetibles que debía ser su enamorada y me exigía le brinde mi nuevo número, el mensaje también incluía una lista de todas las actividades que hacían mis padres y hermanos,  y cientos de fotos mías, de mi familia y amigos más cercanos. Comenzaron a llegar más mensajes amenazadores y cada vez que veía uno en la bandeja de mi correo temblaba de miedo, no comía, solo me sentía tan mal por todo, por ser tonta, por confiada, quería que la pesadilla acabe, además en uno de los últimos mensajes me había dado un plazo para irme a vivir con él sino le haría daño a mis padres. Me había dado 4 días para inventarme alguna historia en mi casa y salir de ahí para empezar a vivir con él, sino, mataría a mi mamá o a mi papá; nunca había experimentado el terror, fue espantoso. Felizmente pude hablar, tuve la valentía de contarles lo que me estaba pasando y ellos pudieron ayudarme a hacer una denuncia; denuncia que nunca supe por qué no prosperó, pero todo quedó en que me dieron garantías para que no se me acerque por algunos años. Garantías que él respetó a medias, pues aunque ya son casi 10 años de esos sucesos, él no dejó de crearse mil cuentas falsas para saber de mí y escribirme. Aprendí a vivir con su intermitente presencia por redes durante mucho años alucinando que lo había superado, hasta  que en el 2018 me lo crucé de casualidad por Miraflores, pasé de frente, pretendiendo que no lo había visto, pero al terminar la calle volteé la esquina y volvió el miedo, comencé a llorar, jamás lo había superado. A las pocas semanas, comencé a recibir llamadas y nuevos mensaje a mi celular ¿Cómo lo había conseguido? También nuevas cuentas en Facebook me querían mandar mensajes, no sólo a mí sino también a mí ahora esposo, la pesadilla había vuelto, lo estaba haciendo otra vez. Comencé a sentirme como años atrás, pero una noche paseando por Larco lo encontré, lo vi caminando mientras revisaba su celular, yo tenía dos opciones: pasar de frente y rápido (ya que él no me había visto) o enfrentarlo, decidí hacer lo segundo. Respiré hasta inflar todo mi pecho y sin pesarlo mucho me dirigí hacia él, lo abordé de sorpresa y le dije todo lo que se merecía, le hablé como jamás creía que podía hablarle, le dije que si seguía molestándome iba denunciarlo nuevamente y esta vez no iba parar hasta encerrarlo, estaba tan furiosa y muy segura de mis palabras que el sólo atinaba a decir “lo siento, lo siento”, ya no era más el hombre que me daba miedo, era solo una cucaracha asustada frente a una mujer a quien ya no podía asustar. Después de esa noche y hasta el día de hoy él no ha vuelto molestarme, y espero que siga así.

El punto de todo lo expresado no es ventilar cosas, sino, concluir que no podemos llamar ACOSO a cualquier asunto, no podemos usar esa apalabra como un caballito de batalla para ganar notoriedad. Por lo que he vivido, y no por un tiempito sino por casi 10 años, puedo darme el derecho de decir que alguien que se siente acosado no juega al flirteo con quien siente que lo/la está acosando, alguien que empieza a reconocer las señales de que algo anda mal se aleja, teme cada vez que suena el celular, no envía fotos personales cuando ya siente el temor, no pide videos a su acosador(a), no le dice que más quieres ver” (refiriéndose a fotos o video íntimos); una persona que se siente acosada bloquea a la persona que la acosa porque tiene mucho miedo ya que lo único que un acosador te puede hacer sentir es miedo, miedo, miedo y mucho miedo, y al contrario cero ganas de saber de él.

Sé que algunas personas pueden pensar que estoy defendiendo al actor en cuestión, pero no se trata de él, ya que hay una denuncia de otra actriz cuya acusación parece ser más seria y debe investigarse a fondo, sobre todo si fue en un centro laboral. Pero hay 3 temas aquí que no quiero dejar de mencionar. Primero, el hecho de que no podemos ver a las mujeres siempre como víctimas y a los hombres como agresores y lo digo a pesar de lo que me pasó, pues tal vez otra en mi lugar estaría traumada y se pasaría la vida odiando para siempre a los hombres, pero el mundo no se divide entre varones culpables o mujeres inocentes, sino entre personas buenas y personas malas y eso viene sin sexo añadido; sino veamos el caso de Amber Heard y Johnny Depp. Segundo, los medios de comunicación no pueden darse el lujo de haber aplaudido una relación entre Renzo Costa y Brunella Horna cuando ella sólo tenía 16 años y por otro lado decir que la niña “acosada” por el actor fue manipulada ya que alguien de 17 años no tiene malicia o deseo sexual ¿REALLY? si la realidad fuera así el asesino y violador de la niña Camilita no estaría en la cárcel y Maranguita no existiría. Tercero, el hecho de ser mujer no te obliga a apoyar a todas las mujeres sin cuestionarte o sin poder usar tu cerebro, todos tienen el derecho de pensar diferente y nadie - así diga que te representa en millones de marchas vandálicas - tiene derecho a lincharte de manera física o virtual solo por no darles la razón en todo.

El mundo seguirá lleno de acosadores y acosadoras, de gente que miente y de gente que dice la verdad, de periodistas que investigan y de otros que se parcializan por rating; de mujeres que buscan dominar el mundo y de mujeres que buscan la igualdad para todos; pues, habrá siempre un lado malo a cualquier aspecto bueno que nos de la vida, así como gente que me odie por escribir esta columna y gente que no, lo importante es seguir fuertes a pesar de todo.

 

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