“Punto de Encuentro” tiene el inmenso honor de brindar la 2da parte (de cuatro entregas) de la Conferencia Magistral que el Dr. Hugo García Salvatecci dio en la Biblioteca Nacional en la conmemoración del centenario del fallecimiento del Maestro del pensamiento social en el Perú: Manuel Gonzales Prada.
El Dr. Belaúnde me propuso el título de mi tesis: “Formación de la peruanidad”. Preparé el proyecto, que requería la previa aprobación de mis superiores eclesiásticos. Consideré, bajo el asesoramiento de Víctor Andrés Belaúnde, que mi investigación debía iniciarse a partir de González Prada y su repercusión en dos miembros de la generación del novecientos: José de la Riva-Agüero y Víctor Andrés Belaúnde, y dos miembros de la generación del Centenario: Haya de la Torre y Mariátegui, a los que añadí el nombre de un pensador básicamente académico: Luis E. Valcárcel, porque fue uno de los grandes continuadores de la obra del Maestro.
Los padres salesianos me vetaron dos autores: González Prada y Haya de la Torre. Le comenté este hecho al Maestro Belaúnde, quien me dijo que hablaría con el Padre Superior para que levantasen el veto al estudio de González Prada, lo que efectivamente logró. Mi primer ensayo sobre González Prada está en el capítulo de mi tesis en educación “Formación de la Peruanidad”, escrito bajo la asesoría de Víctor Andrés Belaúnde, y sustentada cuando yo contaba con 22 años de edad.
Luego decidí investigar a fondo el pensamiento de González Prada en dos aspectos fundamentales que todavía no habían sido estudiados:
Entre tanto, en el año 1968, convalidé mis cursos en la Pontificia Universidad Católica y ese mismo año fui nombrado profesor de dicha institución. Siguiendo el consejo del Padre Fanello, ya tenía muy avanzadas, incluso antes de mi ingreso a la PUCP, mis tesis de Bachillerato y mi tesis doctoral.
Nunca me imaginé que nuevamente iba a tener problemas por mi decisión de investigar el pensamiento de González Prada, aunque ya no por razones ideológicas ni religiosas, pero igualmente desagradables. En el fondo, lo que inicialmente se me dijo era que un graduando, con la formación académica que tenía, no podía desperdiciar la oportunidad de preparar sus tesis, con las que se debía iniciar toda la orientación de sus investigaciones posteriores, tratando a un escritor de tercer nivel. Al demostrar el contenido de mis tesis, la terminaron aceptando
Deseo agradecer a los grandes maestros que, de modo tan desinteresado y tan eficiente, me ayudaron en mis investigaciones ya especializadas sobre González Prada. En mi tesis sobre el análisis del pensamiento religioso de González Prada recibí la valiosa ayuda de Monseñor Julio González, en ese entonces obispo de Puno, de Monseñor Emilio Ballebuona quien luego fuera Arzobispo de Huancayo, de Monseñor Lituma, ilustre miembro del cabildo metropolitano eclesiástico de Lima y profesor de la Universidad Católica, y del Padre Salesiano, Doctor en Derecho Canónico, Jorge Sosa. En mi tesis doctoral, sobre el anarquismo de González Prada, recibí las grandes orientaciones de Víctor Raúl Haya de la Torre y de Luis Alberto Sánchez.
Creo necesario señalar también un hecho que considero significativo. La Pontificia Universidad Católica presentó mis tesis, en dos años consecutivos, para que recibiesen el premio nacional de cultura. En la primera oportunidad, el Dr. José Miguel Oviedo, en ese entonces director de la Casa de la Cultura y mi colega de docencia en la Universidad Católica me dijo: “Sin duda tu tesis es la que merece recibir el premio de la mejor tesis universitaria del año, pero dudo que te lo den. El presidente del Jurado es un Miro Quesada, los que jamás olvidarán que el apelativo “Decano del odio” fue acuñado por González Prada y además, hace muy poco tiempo, fue censurado como Ministro de educación por los apristas, seguidores de González Prada”.
Pues bien, mis tesis sobre González Prada recibieron el Premio Nacional de Cultura, en un caso a la mejor tesis del año y en el otro al mejor ensayo, por un Jurado presidido por un ilustre miembro de la familia Miro Quesada, el gran Maestro Francisco Miro Quesada. Es una de las grandes lecciones de honorabilidad y caballerosidad que he recibido en mi vida. Cuando se logre la gran reconciliación nacional, este hecho será considerado como un hito importante, sobre todo, por el momento histórico en el que se realizó.
En mis investigaciones posteriores, también intervino el Dr. Jorge Basadre. Con vehemencia juvenil, había criticado duramente la interpretación que había hecho Basadre tanto sobre González Prada como sobre Mariátegui en “Perú: problema y posibilidad”. Entre otras cosas, textualmente señalé: “Interpretar a González Prada como expresión de la burguesía decadente y a Mariátegui como expresión del proletariado insurgente, significa perder toda la perspectiva histórica, lo que es sumamente grave por tratarse de quien es considerado como uno de nuestros principales historiadores”.
Al año siguiente, conocí personalmente al Dr. Basadre, quien desde el inicio me trató con una cordialidad insospechada. Le pedí de corazón disculpas por mis desafortunadas frases y él me contesto: “Hugo no te preocupes, además tenías razón”. Pues bien, fue el Dr. Basadre quien me hizo ver claramente tres hechos que serían los postulados de mis futuras investigaciones:
En el pensamiento político de González Prada podemos encontrar dos etapas: la que surgió después de los desastres de la Guerra del Pacífico y que llega hasta su viaje a Europa, y aquella que va desde su retorno de Europa hasta su muerte
La desastrosa guerra del Pacífico convirtió a un hombre apacible y estudioso en la aguerrida conciencia nacional, que con el dedo acusador, trató de poner un sello de indeleble ignominia en la frente de los culpables. Repitió hasta el cansancio: “el Perú es un organismo enfermo, donde se aplica el dedo brota la pus”. Todas las instituciones pasaron por el bisturí de su crítica demoledora, y mostró que nuestras grandes personalidades no eran “figuras” sino “figurones” dignos de una “ópera bufa”.
Son muchas las tesis que propuso al Perú, el primer González Prada:
Todas estas tesis se convirtieron en el mismo meollo del pensamiento de toda una gran generación de jóvenes, que conformaron la denominada generación del Novecientos, quienes fueron los primeros grandes seguidores de González Prada.