Por: Abraham Fudrini.
(Esta variante y sus sub variantes son muy infecciosas, pero ninguna pone en riesgo a la salud pública, solo podría ser de peligro para las personas vulnerables: mayores de 85 años, no vacunadas, con diálisis renal y con enfermedades cardiovasculares, principalmente).
Este artículo lo he elaborado con el objetivo de ser didáctico con todas las personas preocupas hoy con el fenómeno de la sub variante JN.1 (Pirola).
Si pensamos en el virus como un árbol que crece y se ramifica, cada rama del árbol es levemente distinta de las demás. Al comparar las ramas, se pueden seleccionar en función de las diferencias. Estas pequeñas diferencias, o variantes del SARS CoV-2 (coronavirus), se han estudiado e identificado desde el comienzo de la pandemia. Algunas variaciones permiten que el virus se propague con mayor facilidad o se vuelva resistente a los tratamientos o vacunas, estas variantes se deben monitorear con mayor detenimiento.
Los virus cambian constantemente mediante un proceso llamado mutación. A medida que un virus muta, surgen nuevas variantes. Este proceso es normal y esperado. Imaginemos que un virus es como un árbol, a medida que el tronco del árbol crece, aumentan y crecen las ramas. Ahora piense en las ramas de un árbol que parecen todas similares, pero realmente tienen diferencias, por las que, en el caso del virus, son variantes. A veces surgen nuevas variantes pero desaparecen. Otras veces, las nuevas variantes son lo suficientemente fuertes como para seguir creciendo y pueden propagarse ampliamente. Las ramas pueden crecer alrededor de cosas que bloquean su camino. De la misma manera, algunas variantes pueden resistir cosas, como vacunas y tratamientos, que intentan bloquear su camino. Cuando eso sucede, esas variantes deben observarse más cuidadosamente. Los científicos estudian y comparan variantes para poder rastrear su propagación y saber cuándo surge una variante más peligrosa.
Hay que tener presente que el número de casos incrementa el riesgo de mutaciones. Algunas mutaciones originan nuevas variantes.
Pero un linaje viral no se etiqueta como variante hasta que haya acumulado varias mutaciones únicas, conocidas por mejorar la capacidad del virus para transmitir y/o causar una enfermedad más grave.
Cuando un virus acumula una cantidad sustancial de mutaciones, se considera un linaje diferente (algo así como una rama diferente de un árbol genealógico).
A los científicos les preocupa la proteína de pico, porque es la parte que le ayuda a ingresar a las células humanas.
Es importante tener presente que un incremento elevado de casos suele estar acompañado de hospitalizaciones, especialmente de las personas que forman parte de los grupos de riesgo de complicación, como los adultos mayores, las personas que viven con enfermedades crónicas o las inmunosuprimidas. De ahí que la vacunación y las medidas sanitarias presentes durante toda la pandemia, en especial en interiores, sean la barrera de defensa más eficiente contra el virus.
Más allá de la variante, un aumento de casos puede impactar en los recursos de los servicios de salud.
Incluso si una infección causada por una variante en particular tiene menos probabilidades de provocar una enfermedad grave en comparación con otras variantes, un aumento en la cantidad total de casos podría provocar un incremento de las hospitalizaciones, provocar una mayor demanda de recursos de salud y, potencialmente, causar más muertes.
Resumiendo podemos decir que existe un árbol con su tronco, sus ramas y sub ramas que aparecen y son muy parecidas, pero que si las miramos muy de cerca veremos que no son exactamente iguales porque van mutando, expandiéndose menos o más y adquiriendo características propias que definen su importancia para dañar poco (pasajera) o mucho la salud (que puede llevar al paciente a cuidados intensivos o a la muerte).
Conociendo este esquema didáctico se puede partir del tronco del árbol que en este caso es el SARS CoV-2, muy conocido como coronavirus. De él se originaron sus variantes y de cada una de estas sus sub variantes, todas muy parecidas pero con características particulares que son producidas por su expansión o proliferación que causan las mutaciones de ellas.
Es decir que del SARS CoV-2 original (que es el sétimo coronavirus de los que surgieron hasta hoy y que los científicos estudiaron) surgieron las variantes y las sub variantes:
La variante Alfa se detectó por primera vez en el Reino Unido a fines del año 2020, surgió como linaje, desde setiembre del mismo año con el nombre B. 1.1.7.
La variante Beta (conocida comúnmente como variante sudafricana, por el país en donde se originó el brote inicial, o de forma científica como linaje B.1.351) es una variante mutada del SARS-CoV-2, virus que causa la COVID-19. La variante se detectó por primera vez en el área metropolitana de Nelson Mandela Bay, de la provincia de Eastern Cape en Sudáfrica en octubre de 2020.
La variante Delta, B. 1.617.2, descubierta en la India, fue notificada por primera vez en octubre del 2020 (conocida como B. 1.617.2).
La variante Gamma (linaje P.1) fue detectada en Manaos, Brasil, en noviembre de 2020, sus variantes B.1.1.248 y el Linaje P.1 6 en enero de 2021.
La variante Eris, se descubrió en México el 17 de febrero de 2023, es oficialmente conocida como EG.5
La variante ómicron, nueva variante fue notificada a la OMS el 24 de noviembre del 2021 desde Sudáfrica.
La variante ómicron es una variante del SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID-19. El primer caso se detectó en Botsuana el 9 de noviembre de 2021 a partir de una muestra recogida bajo los auspicios de la Red para la Vigilancia Genómica en Sudáfrica., que se expandió y tuvo muchas oportunidades de mutar, dando lugar a varias sub variantes. Al igual que otras sub variantes de ómicron (BA.4 y BA.5) que son seis, incluyendo a la JN.1 Pirola, se sabe que provocan enfermedad leve y no letal como otras variantes del coronavirus.
Pero su rápida capacidad para contagiar podría afectar a las poblaciones más vulnerables (mayores de 80 años, no vacunadas, con diálisis renal y con enfermedades cardiovasculares, principalmente) llevando a más hospitalizaciones.
La subvariante JN. 1 Pirola, el último paso en la carrera evolutiva del coronavirus, se identificó en paralelo en Luxemburgo y Estados Unidos a finales de agosto de 2023. Esta es una sub variante de ómicron y casi seguramente incrementará los casos hacia las épocas de mayor frío, circulando con el virus sincitial (virus que causa infecciones respiratorias con síntomas similares al resfriado) e influenza.
A pesar del repunte esperado del coronavirus, el comportamiento de JN.1 Pirola parece coincidir con el del resto de las sub variantes surgidas de ómicron, que han provocado olas con picos de nuevos contagios que no impactan en el aumento de casos graves, ni conducen a la saturación de la infraestructura hospitalaria.
Aunque no existen síntomas específicos que permitan diferenciar con precisión entre una infección provocada por una u otra variante, la evidencia científica disponible coincide en que la enfermedad provocada por ómicron y sus sub variantes se manifiesta con mayor frecuencia a través de estornudos, rinitis y tos.
Las subvariantes que hoy predominan no se asocian a la mortalidad que tuvimos en los primeros casi tres años, en parte por una capacidad intrínseca del virus, menor en términos de virulencia, aunque mayor en transmisibilidad, además de una población global con muy altos niveles de inmunidad.
El SARS CoV-2 o coronavirus es hoy una enfermedad endémica como el sarampión, es decir nunca se van a ir, pero no es un peligro para la salud pública. Esto significa que pueden incluso fallecer como también sucede con el sarampión, pero solo en casos de personas vulnerables: mayores de 85 años, no vacunadas, con diálisis renal y con enfermedades cardiovasculares, principalmente. Es importante que se sepa que todos los linajes, incluyendo a la JN.1 Pirola, que circulan actualmente, se clasifican como parte de la variante ómicron, que es muy infecciosa pero no es peligrosa para la salud pública.