Punto de Encuentro

Tranquilidad y Optimismo

Conviene recordar que el año pasado, en estas mismas fechas, estábamos al borde del abismo, con un sindicalista relacionado con el Movadef en Palacio de Gobierno, tratando de conducirnos a un proceso socializante al estilo bolivariano a pesar de contar con menos del 18% de apoyo ideológico real. Eran los días en los que se publicitaba una asamblea constituyente tramposa, pues la compondrían mayoritariamente delegados de los grupos sociales dominados por la izquierda marxista. Felizmente, hubieron elementos que coincidieron para salvar el país: la evidencia cotidiana de una corrupción sistemática boicoteaba los torpes intentos de los extremistas; la valentía de una joven fiscal suprema al asumir la titularidad del Ministerio Público; la coincidencia de intereses en un Congreso heterogéneo de no permitir modificaciones constitucionales para convocar a referéndum; el permanente ruido de académicos y activistas demócratas; la independencia y compromiso de nuestras Fuerzas Armadas; y la tímida resistencia de los grandes medios de comunicación.

Frente a ese recuerdo, el largo discurso de Dina Boluarte, primera presidenta mujer del Perú, pareció sensato y tranquilizador. Obviamente, uno de los deportes nacionales es tratar de encontrar ausencias en los mensajes presidenciales, y ante éste, que casi todo lo ha mencionado, los críticos se han debido esforzar. En esencia, se trató de ofrecer el panorama de un país golpeado por las pésimas reformas de Vizcarra y la incapacidad de Castillo, resaltando los extensos párrafos dedicados al precario sistema público de salud, que al igual que el privado colapsó en plena pandemia. Si se logra construir e implementar un tercio de lo anunciado, será ya magnífico. El problema principal es que, para no buscarse un nuevo frente, no se ha hecho referencia al imprescindible relanzamiento de los proyectos mineros más grandes y emblemáticos, precisamente para poder financiar los buenos propósitos del mensaje. Ojalá que eso solo constituya una táctica y no una decisión tomada, pues con el 75% de informalidad y una estrecha base tributaria, nuestro país no tiene las condiciones para intentar un estado de bienestar con educación y salud pública de calidad, si no explota sus recursos naturales.

¿Motivo para el optimismo?, el apoyo presidencial a una verdadera reforma política que propone un Senado reducido, elegido en distrito nacional único, y por tanto con personas de mayor trayectoria y visión de país; y una Cámara de Diputados elegida en distritos uninominales, que acerca a representados y representantes, incentiva a las agrupaciones a buscar candidatos de mayor calidad para la contienda individual, e impulsa a la formación de alianzas o agrupaciones grandes, pues el sistema de mayorías castiga la representación de los partidos pequeños y medianos. Eso, mas el retorno de la posibilidad de lograr la reelección parlamentaria, y la desburocratización de la actividad de los partidos políticos, podrían coadyuvar al inicio de la recuperación del ejercicio sano de la política, lo que permitiría a su vez, dar estabilidad a la economía de los peruanos.

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