Punto de Encuentro

LOS ADOLESCENTES Y LAS CIUDADANÍAS II

Francisco Basili Domínguez

Como pueden ver los perspicaces lectores, hemos cambiado el título de esta serie, antes más ampuloso –Adolescencia y Ciudadanía- por algo más modesto, que sugiere que hablaremos de algunos adolescentes y algunas ciudadanías, y promete que no eludiremos entrecruzamientos entre esas categorías.

En nuestro artículo anterior hemos tratado sobre las condiciones de la ciudadanía subjetiva.  Hemos dicho que sin Autoestima, Autonomía, Asertividad, Afectividad reconocida y manejada, Autodisciplina, es difícil reconocerse ciudadano y ejercer la ciudadanía, y hemos mencionado algunas presiones culturales que ponen a prueba esa ciudadanía subjetiva: el exitismo, el consumismo, el pragmatismo a ultranza, la depreciación de la solidaridad y el compromiso. 

Ahora bien, los adultos relacionados con la gente de 12 a 17 años, vemos con preocupación que nuestros hijos –o nietos- y alumnos interactúan con otros adolescentes que aportan vivencias, modos de comportamiento y  opciones –o ausencias de opción consciente- de lo más diversas. 

Por eso, el tema de este artículo será el riesgo de interactuar en relaciones que pueden comprometer seriamente la calidad del presente y del futuro de los púberes y adolescentes, de sus familias, vecindarios, colegios y comunidades.

Casi todos podemos observar que en nuestra sociedad la mayoría de los adolescentes llega a participar en relaciones de riesgo para la construcción de la ciudadanía, por ejemplo, con:

  • Adolescentes eróticamente sobrestimulados que tienen enormes dificultades y escasas herramientas para manejar los procesos de desarrollo físico y hormonal, y los impulsos que caracterizan a su edad, y que se sienten confortables y protagonistas en ambientes de permisividad sexual. 

Es fácil notar que la sobre estimulación erótica está presente en casi todos los medios de comunicación, en cualquier horario, y se manifiesta tanto a través de internet como en los quioscos de diarios de las esquinas.  Que en este contexto es fácil aceptar la equivalencia entre afectos profundos y práctica sexual, e incluso la práctica sexual meramente explorativa e higiénica, sin afectos. Hay que anotar que acontecen muchísimos embarazos no deseados y paternidades aceptadas –nada de esto fue un error, dice la canción- o vividas como fatalidades para el desarrollo personal.

Hay que constatar que el embarazo y la paternidad adolescentes se hacen más frecuentes y están entre los mecanismos que trasmiten la pobreza de una generación a la siguiente (en el Perú, 1 de cada 8 adolescentes ya es madre) y los planes multisectoriales de prevención del embarazo adolescente no están teniendo éxito;

  • También los púberes y adolescentes se encuentran con otros adolescentes embarcados compulsivamente en juegos de azar o juegos de desempeño con el mundo  virtual, que pueden pasar muchas horas sin interactuar con su mundo real y llegan a abandonar la escuela y reducir sus interacciones con su familia y su grupo. 

El acceso generalizado a smartphones hace irrelevante la restricción de edad para entrar a los casinos, porque se juega principalmente a través de internet y solos o en pares o tríos de adolescentes en ámbitos no formales. 

Para cuarentones, cincuentones y mayores, es preocupación cotidiana ver la dependencia de los adolescentes respecto a sus celulares y para algunos es patético ver grupos de adolescentes que comparten un mismo espacio pero que no actúan directamente entre ellos y están más bien concentrados en las pantallas y teclados de sus celulares. 

Y sin embargo ese es sólo el lado fastidioso del problema, el lado oscuro y riesgoso está en la sustitución de la vida real por la vida de y entre avatares, en la adicción a la adrenalina de juegos que mezclan recompensas por desempeño con manejo del azar, en la decisión de eludir las fatigas, los riesgos y las decepciones de lo cotidiano por un mundo personal y con el mínimo de interacciones con el exterior (en la muy importante Universidad Nacional de Ingeniería, 1 de cada 5 ingresantes se pierden en el mundo virtual o se envuelven en otros riesgos y no desarrollan su carrera);

  • Otro riesgo son las relaciones con adolescentes que usan drogas o alcohol en el barrio o colegio y son o van en proceso de ser completamente dependientes (en el Perú 6 de cada 10 adolescentes inician el consumo de alcohol antes de los 14 años); adolescentes que han recibido el encargo de compartir su adicción para ampliar la demanda (más del 30% de escolares recibió ofertas de marihuana u otra droga en el colegio o en los alrededores del colegio). 

Hay adolescentes que pierden por completo el sentido de la corrección y lealtad cuando sienten urgencia de procurarse material para sus consumos, y hay tutores escolares que declaran haber sufrido bajadas de llanta y daños en sus vehículos cuando han intentado reducir el comercio minorista de drogas en las inmediaciones de sus colegios. 

Serían más de 70,000 los adolescentes que consumieron marihuana, pasta básica u otras drogas en 2017 (MINSA, Diagnóstico de la Salud Adolescente).  La principal estrategia preventiva ha sido dar charlas y se ha verificado que es muy poco eficaz sin compromiso barrial, escolar y familiar para prevenir el uso de drogas (CEDRO);

  • No menos probable y riesgoso es interactuar con adolescentes integrantes de pandillas. Lima es la ciudad peruana con mayor presencia de pandillas. 

Los integrantes reconocidos de pandillas no son muchos, apenas alcanzan los 30,000, que integrarían unas 1,500 agrupaciones de carácter esencialmente territorial.  Pero las pandillas imponen su violencia en los barrios y colegios, y generan la necesidad de protegerse incorporándose a alguna de ellas.  Los adolescentes que participan esporádicamente en pandillas por obligación de no mostrar censura o aversión serían al menos seis veces más.

Las pandillas buscan asustar y atraer chicos y chicas desde los 12 y 13 años. Una vez allí, los incorporados tienen su iniciación sexual –si antes no han vivido experiencias en su familia-, pasan a experimentar con sustancias ilegales y son presionados para realizar solos o en grupo acciones antisociales como consumir en público sustancias ilegales, arrebatar carteras o celulares, asaltar quioscos, encender fogatas, pajarear en mercados, robar autopartes, golpear transeúntes, manosear o violar chicas, entre otros.

Las pandillas crean héroes locales y establecen estándares de comportamiento generacional que asumen incluso los que no las aprecian y las consideran perniciosas. Los medios suelen dar carácter heroico a esos comportamientos. (Según Cardich y un reporte de la PNP a El Comercio, 1de cada 3 pandilleros entró a su grupo y se dedicó a él porque se sentía solo; 1 de cada 4 pandilleros entró a su grupo porque es la moda, y 1 más de cada 4 lo hizo por necesidad de defenderse de otros grupos. CARDICH, Carlos. Diagnóstico de la Violencia Juvenil. PNP/Radda Barnen/Acción por los niños.)

Los riesgos de meterse en relaciones que afecten seriamente la calidad del presente y del futuro, como se ve, no son pocos. 

Por otra parte, los resultados de investigación y la propia experiencia nos han enseñado que las posibilidades de una buena calidad de vida como familia, como vecindario o comunidad se deterioran cuando las presiones culturales devalúan la solidaridad y el compromiso con el bien común, y se degradan feamente cuando los púberes y adolescentes establecen relaciones tan riesgosas como las mencionadas anteriormente sin el apoyo de una guía intergeneracional –padres, abuelos, tíos, padrinos, vecinos responsables, docentes, tutores, agentes pastorales.

En el Perú se han hecho planes para orientar y acompañar a púberes, adolescentes y jóvenes, desde el sector Educación, desde Justicia, desde el Interior, desde algunos municipios y parroquias, para asegurar tutoría en los colegios secundarios nacionales, y monitores o animadores en las parroquias, comisarías, módulos intersectoriales, Demunas, entre otros ámbitos.

Estos esfuerzos parecen patéticamente insuficientes y es notorio que los particos políticos tampoco han hecho lo suyo, si no, no hubiera prosperado tanto el descrédito del voluntariado y del compromiso.

Pero, asegurar la disponibilidad de este apoyo, promover relaciones intergeneracionales de confianza e interacción solidaria, son objetivos importantes de las políticas públicas sobre adolescencia y juventud.

Las generaciones mayores, debemos facilitar a los adolescentes orientaciones y condiciones para ejercer su ciudadanía objetiva.  Hacia eso apuntará nuestro próximo artículo: Las condiciones objetivas para la ciudadanía. 

Chorrillos, 12.09.2018

 

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