Punto de Encuentro

¿Cómo se hicieron ricos los países ricos?

 

  • Rafael Rodríguez Campos

Esa es la pregunta que el reconocido economista coreano Ha-Joon-Chang responde en su libro: “Retirar la Escalera”. Lo que hace Chang es brindarnos una mirada distinta a la que comúnmente plantea la ortodoxia económica mundial en torno a la manera cómo los países ricos alcanzaron posicionarse en la cumbre del progreso y desarrollo.

En nuestros días, señala Chang, los países en desarrollo (PED) sufren importantes presiones por parte de los países actualmente desarrollados (PAD) y de la academia económica y política a la que éstos controlan, para que adopten un conjunto de “buenas políticas” y “buenas instituciones” que impulsen su desarrollo económico: las “buenas recetas”, que no son otras que las prescritas por el llamado Consenso de Washington, las mismas que le fueron impuestas a los PED desde los inicios de la década de los ochenta (en el Perú a partir de los noventa).

¿Cuáles son las “buenas políticas” y las “buenas instituciones” que deben adoptarse? 

Al respecto, es importante señalar que cuando hablamos de “buenas políticas” estamos haciendo referencia a: 1) Políticas macroeconómicas restrictivas; 2) Liberalización del comercio internacional; 3) Liberalización de la inversión; y 4) Privatizaciones y desregulaciones. En cambio, cuando hablamos de “buenas instituciones” estamos aludiendo a: 1) La democracia política; 2) La buena burocracia; 3) Un Poder Judicial Independiente; 4) Derechos de propiedad bien protegidos (también derechos de propiedad intelectual); y 5) Instituciones de gestión gubernamental y financiera transparentes y orientadas hacia el mercado (incluyendo un banco central políticamente independiente).

¿Existen diferencias entre las políticas y las instituciones?

Según Chang, puede decirse que las instituciones son arreglos más permanentes, mientras que las políticas se cambian con mayor facilidad. Por ejemplo, subir los aranceles de ciertas industrias constituiría una “política”, mientras que el propio arancel puede ser considerado una “institución”.

¿Acaso las únicas "buenas recetas" son las que el Consenso de Washington prescribe?

Sobre este punto, lo que Chang cuestiona es si todas estas recetas deben ser adoptadas en los PED y la manera cómo se lleva adelante este proceso. Incluso, lo que Chang pone en debate es si en determinados PED los costos en la implementación de las mismas no resultan siendo mayores que los beneficios (ejemplo: las patentes, la privatización o la desregulación ilimitada).

Al mismo tiempo, Chang lanza una hipótesis provocadora que podemos resumir así: Los PAD no se hicieron ricos siguiendo el camino que ahora pretenden imponer a los PED. Y ello a su vez, lo obliga a preguntar lo siguiente: ¿Por qué los PAD quieren imponer medidas que ellos no adoptaron cuando empezaron su camino hacia el desarrollo? Para resolver esta interrogante, y corroborar su hipótesis, el autor estudia, como veremos luego, la historia económica de una serie de PAD (nosotros nos referiremos a dos: Estados Unidos e Inglaterra).

¿La receta que impone Washington es el único camino hacia el desarrollo?

Luego de repasar la historia económica de los países estudiados (capítulo 1 y 2), Chang afirma lo siguiente: Los PAD no llegaron a donde ahora están mediante las políticas y las instituciones que recomiendan actualmente a los PED. En su mayor parte, pusieron en práctica políticas comerciales e industriales “malas”, tales como políticas de protección a la industria naciente y subsidios a la exportación, prácticas que hoy en día son desaprobadas, cuando no activamente rechazadas, por la OMC (Organización Mundial del Comercio).

¿Qué hizo Estados Unidos?

Chang nos recuerda que en la obra de Smith “La riqueza de las Naciones” se señaló que los estadounidenses cometerían un grave error si buscaban la promoción de su industria naciente a partir de medidas proteccionistas contrarias al “libre cambismo”.

Sin embargo, los estadounidenses rechazaron con firmeza el análisis de Smith a favor del “sentido común” y del instinto de lo que realmente era necesario hacer para su nación, procediendo a proteger sus industrias nacientes con gran éxito a partir de 1816, para luego, y después de casi 100 años, convertirse recién, en parte gracias a estas medidas, en el líder industrial y en el centro intelectual a nivel global.

En otras palabras, antes que Estados Unidos se convirtiera en el gran motor y guardián del libre cambismo a nivel mundial, tuvo 100 años de políticas proteccionistas, las mismas que ahora condena y combate ferozmente a nivel global. ¿No es acaso eso una gran contradicción?

¿Qué hizo Inglaterra?

Chang nos demuestra que Inglaterra fue en realidad el primer país en perfeccionar el arte de la promoción de su industria naciente (el denominado fortalecimiento hacia adentro), que según demuestra Chang es el camino hacia la prosperidad de la mayor parte de los países. Por tanto, quienquiera que no esté convencido de la validez del argumento de la industria naciente y de su importancia para el desarrollo, debería estudiar primero la historia de la industria inglesa, sentencia Chang. ¿Y cómo lo hicieron? Simple, implementando medidas proteccionistas que para el caso de los PED los PAD satanizan. ¿No es acaso eso una gran contradicción?

¿Qué conclusión podemos extraer de la historia económica de los PAD?

La gran conclusión para Chang es la siguiente: recién cuando Estados Unidos logró consolidar su supremacía industrial de manera absoluta a nivel mundial tras la Segunda Guerra Mundial, empezó, al igual que lo hizo Inglaterra en el siglo XIX, a promover decididamente el libre comercio, pese al hecho de que adquirió esa supremacía mediante el uso nacionalista de un fuerte proteccionismo.

Entonces, ¿Qué significa “Retirar la Escalera”?

En la lógica de Chang, la referida frase significa condenar a los otros por hacer lo que uno hizo en beneficio propio. ¿No es acaso una actitud cínica e interesada defender un liberalismo radical que ellos no practicaron? Por tanto, impedir que los PED adopten estas políticas constituye una seria limitación a su capacidad de desarrollarse económicamente; y además, un fraude histórico monumental.

Luego de revisar este libro, no me queda sino formular algunas preguntas que espero sirvan para reflexionar con mayor rigor sobre la materia: ¿Lograrán los PED fortalecer sus industrias y consolidar sus economías siguiendo las recetas impuestas por el monocorde discurso del Consenso de Washington? ¿Tendrán los PED la convicción y fuerza necesarias para cambiar la historia? ¿Seremos capaces los latinoamericanos de implementar un plan coherente para el desarrollo de nuestras industrias nacionales sin esperar el permiso de los grandes grupos de poder económico transnacional? ¿Será capaz la gran prensa de darle tribuna a quien cuestiona el modelo impuesto por Washington? ¿Se atreverán los señores de la CONFIEP a mirar sin complejos la historia económica mundial?

Como sabrán, estas son las preguntas que nuestros gobernantes han preferido no responder (desde Fujimori en adelante). Estas son las preguntas que tanto temor generan entre quienes con su dinero, y con el apoyo propagandístico de los grandes medios de comunicación, se creen los dueños del Perú buscando siempre imponer la agenda política en nuestro país.

  • Abogado PUCP. Post Grado y estudios de Maestría en Ciencia Política y Gobierno (PUCP). Candidato a Máster en Derecho Constitucional en la Universidad Castilla de la Mancha (Toledo-España). Profesor de Ciencia Política e Historia de las Ideas Políticas en la Facultad de Derecho de la Universidad San Martín de Porres.

NOTICIAS MAS LEIDAS