El pedido que hecho por el Ministerio Público al Poder Judicial de 18 meses de prisión preventiva para el ex presidente Alejandro Toledo marca una nueva etapa en la larga novela de los casos de corrupción de las empresas brasileras en el Perú. Toledo Manrique, según Jorge Baratta colaborador de la justicia peruana y ex mandamás en nuestro país de Odebrecht, habría recibido más de US$ 20 millones a través de Josep Maiman, en sendos depósitos hechos a nombre de varias empresas off shore fundadas en paraísos fiscales.
La sola denuncia es un hecho vergonzoso para nuestro país porque la institución presidencial se vuelve a manchar luego de lo sucedido durante el fujimorato. Es sumamente deleznable lo sucedido con Toledo porque en ningún país donde las empresas brasileras pagaron coimas y sobornos, los ex presidente o presidentes en funciones se han visto implicados de forma directa. En Colombia, como en Chile o Panamá no existen pruebas irrefutables de que sus presidentes hayan sido corrompidos como en el Perú con Toledo Manrique.
Alejandro Toledo es un personaje lleno de contradicciones y mentiras sorprendentes sino alucinantes. No vale recordar las varias veces en las que estuvo envuelto en escándalos cuando era presidente como cuando dejó el cargo. Sin embargo vale preguntarse, ¿cómo un hombre con pocas cualidades y tantos yerros pudo ser el presidente de un país como el nuestro? Maquiavelo, que algo sabía de política, sostuvo que existe un encuentro clásico entre la virtud y la fortuna, de allí nacen los hombres sabios. Pero a veces hay más fortuna que virtud como en el caso del ex presidente chakano.
Si se llega a comprobar que Alejandro Toledo recibió las coimas y sobornos de los brasileros, entonces el Perú necesita una profunda discusión sobre su clase política. Por ahora todas las dudas caen sobre Toledo más aún cuando debería ponerse a derecho y regresar al Perú. ¿Por qué no lo hace?