Punto de Encuentro

1924 - 7 de mayo - 2024

11 Marzo, 2024

Política

Muy cerca del primer siglo del APRA, el ideal de la unidad continental con pan y libertad está más vigente que nunca.

Hugo Vallenas Málaga

Muy pronto se cumplirán cien años. El 7 de mayo de 1924, en el Salón de Actos del Museo Nacional de México (hoy Museo Nacional de las Culturas), el presidente de la Federación de Estudiantes del Perú, Víctor Raúl Haya de la Torre, entonces exiliado por la dictadura de Leguía, entregó al presidente de la Federación de Estudiantes de México una bandera roja con la silueta del continente indoamericano en oro. Al momento de entregar dicha bandera, mediante un breve discurso, Haya de la Torre llamó a la juventud estudiosa y trabajadora de México y del continente a unirse para alcanzar el noble ideal de una América unida, libre y justa. Este sencillo acto marcó el punto de partida del APRA histórica y antiimperialista. Estas fueron las palabras de Víctor Raúl Haya de la Torre:

DISCURSO DE VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE AL HACER ENTREGA A LA FEDERACIÓN DE ESTUDIANTES DE MÉXICO DE LA BANDERA DE INDOAMÉRICA EL 7 DE MAYO DE 1924

El afán de unidad de los pueblos de nuestra raza fue en Bolívar ensueño precursor, más tarde tema de discursos diplomáticos y ahora fe, credo, señuelo de lucha de nuestra generación. Con orgullo podemos afirmar que nada ha sido más eficaz al propósito generoso de fundir en uno solo a los veintiún pueblos indoamericanos, —dispersos por el nacionalismo estrecho de las viejas políticas— que la obra de las juventudes. Hemos creado, sobre la fría y restringida relación de las cancillerías imitadoras de Europa, una solidaridad más amplia, en la alegría, en el dolor, en la noble inquietud.

El lírico intento de ayer, es hoy conciencia honda, proyectada en decisión, en ímpetu puro de idealidad y de empeño. No sólo queremos a nuestra América unida, sino también a nuestra América justa. Sabemos bien que nuestro destino como raza y como grupo social, no puede fraccionarse: formamos un gran pueblo, significamos un gran problema, constituimos una vasta esperanza.

La unidad de nuestra América no es ahora política, porque la política de nuestros estadistas de Liliput jamás miró más allá de las fronteras arbitrarias de las patrias chicas. Pero, no es audacia afirmarlo, es ya espiritual, por obra de las vanguardias del pensamiento libre de todos los pueblos que han sabido crear vigorosos lazos perdurables.

Esta bandera que yo os entrego, camaradas estudiantes mexicanos, no presume originalidades recónditas. Es vuestro blasón vasconceliano de la Universidad de México hecho pendón, oriflama, ala de esperanza. La juventud indoamericana que tiene ya un alma fuerte, que entona un himno unánime, adivinaba en el escudo de vuestra casa universitaria el intento simbólico de la enseña del futuro, que saludaremos un día en todos los rincones de América. La tenéis aquí: el rojo dirá de las aspiraciones palpitantes de justicia que en esta hora admirable del mundo inflama la conciencia de los pueblos y que nuestra generación proclama con la nueva humanidad; nos habla también del amor convivido de la justicia. Sobre el ancho campo, la figura en oro de la nación indoamericana señala las tierras vastas que unidas y fuertes, brindarán hogar sin desigualdades a todos los hijos de la raza humana.

Aceptadla porque es nuestra. Flameará primero sobre las soñadoras muchedumbres de las juventudes que van abriendo el camino, y más tarde serán los pueblos, comprendedores de los ideales bellos y justos, los que la agiten en el tumulto estremecido de sus luchas. Os la entrego, camaradas estudiantes de México, porque sois vosotros los que desde esta tierra heroica, que hoy mira atenta y devota nuestra América, tenéis derecho a llevarla. Porque sois hijos del pueblo que más gallardamente defendió la libertad de la raza; porque de vuestra propia sangre surgió el ejemplo de una nueva sociedad igualitaria y en avance.

Olvidaos de quien os la dio, pero recordad siempre que es enseñanza de juventud, de justicia y de unión[1].

7 de mayo de 1924: Más allá de la fecha

En efecto, el 7 de mayo de 1924, en el Salón de Actos del Museo Nacional de México (hoy Museo Nacional de las Culturas) el estudiante trujillano Víctor Raúl Haya de la Torre, presidente de la Federación de Estudiantes del Perú y rector de las Universidades Populares González Prada, desterrado por la dictadura de Leguía, entregó una bandera simbólica del anhelo de unidad de América Latina al presidente saliente de la Federación de Estudiantes de México, Lelo de Larrea. Era, como bien sabemos, una bandera roja con la silueta del continente indoamericano en oro. A continuación, el peruano ofreció un breve pero épico discurso. En uno de sus pasajes expresó:

“El lírico intento de ayer, es hoy conciencia honda, proyectada en decisión, en ímpetu puro de idealidad y de empeño. No sólo queremos a nuestra América unida, sino también a nuestra América justa. Sabemos bien que nuestro destino como raza y como grupo social, no puede fraccionarse: formamos un gran pueblo, significamos un gran problema, constituimos una vasta esperanza”.

Se trataba de un llamado a considerar la unidad continental como un tema urgente y además indesligable de todas las demás necesidades aisladas de nuestros países. Había que pasar de la “idealidad” y la “conciencia honda” al “empeño” efectivo. La alusión a “la raza” —entendida como un crisol multicolor anhelante de su propia identidad— que el mexicano José Vasconcelos denominara “la raza cósmica”, era una audaz reivindicación del derecho de cada uno de nuestros pueblos a llamarse “mestizo a boca llena”, como apuntara el Inca Garcilaso.

La bandera de Indoamérica no pretendía ser algo inusual y novedoso. De hecho retomaba la tradición bolivariana de la unidad continental “al sur del Río Grande” y hacía suyo el mismo gran ideal “de la raza” expresado por los revolucionarios mexicanos. Un ideal ampliamente conocido y compartido por estudiantes y trabajadores en América Latina. Por eso dijo Víctor Raúl en su discurso de ese día: “Esta bandera que yo os entrego, camaradas estudiantes mexicanos, no presume originalidades recónditas. Es vuestro blasón vasconceliano de la Universidad de México hecho pendón, oriflama, ala de esperanza”.

Tan simbólico acto ocurrió durante la ceremonia de entrega de poderes del presidente saliente de la Federación de Estudiantes de México, Lelo de Larrea, al nuevo presidente de la federación estudiantil mexicana, Enrique Torres. Lo que parecía ser una breve interrupción en medio de un acto institucional universitario, concluyó como un serio compromiso entre los gremios estudiantiles de México y Perú, dirigido a que en todo el amplio territorio que va desde el Río Grande a Tierra del Fuego, se sumen fuerzas para una gran cruzada unionista indoamericana.

Haya de la Torre dijo muchas veces que esta entrega de la bandera fue el punto de partida de la Alianza Popular Revolucionaria Americana, APRA, como fuerza popular y democrática de envergadura continental. No fue una fundación en el sentido formal y típico del término, pero fue el inicio de un proceso de diálogos, suma de voluntades y acciones efectivas, en condiciones sumamente adversas.

El diario mexicano El Universal informó del suceso al día siguiente, 8 de mayo de 1924. El título de la noticia dice: “Fue entregada ayer la bandera indo-hispana”. Debajo del titular se lee: “Interesante ceremonia entre los presidentes de las Federaciones estudiantiles del Perú y de la República Mexicana”. En el artículo se describe la ceremonia y se indica que “después de un breve, pero vibrante discurso del señor Haya de la Torre, el Presidente saliente, señor Lelo de Larrea, recibió la bandera y dio las gracias con palabras sentidas y brillantes”. El diario añade que “aplausos y vivas” al Perú “siguieron por largo rato a la entrega de la bandera que significa la fusión amistosa de la raza indo-hispana en un solo ideal”. La nota concluye indicando que esto ocurrió antes de “hacer entrega de la presidencia al señor Torres”.

Sabemos que la noticia tuvo amplia difusión en los medios estudiantiles del continente. En Argentina, el dirigente universitario Gabriel del Mazo, presidente de la Federación Universitaria Argentina entre 1919 y 1922, a la sazón vice-presidente de la Universidad Nacional de La Plata y gran amigo de Haya de la Torre, publicó la versión que hoy conocemos del discurso del 7 de mayo de 1924 con el título “Párrafos del discurso de Haya de la Torre al hacer entrega a la Federación de Estudiantes de México de la bandera de la Nueva Generación Hispano-Americana”. Con ese mismo título apareció como Proemio del libro de Haya de la Torre, Construyendo el aprismo. Artículos y cartas desde el exilio (1924-1931), Ediciones Claridad, Buenos Aires, 1933, publicado en solidaridad con el fundador del APRA, entonces detenido en Lima y en peligro de ser condenado a muerte.

En Lima, en la revista Claridad, órgano de la Federación Obrera Local de Lima y de la Juventud Libre del Perú (dirigida por José Carlos Mariátegui en ausencia de Haya de la Torre), se publicó la fotografía de la entrega de la bandera que todos conocemos. La nota al pie de la foto dice: “El presidente de la Federación de Estudiantes de México, Enrique Torres, recibiendo de Haya de la Torre la bandera roja de la nueva generación de Hispanoamérica”[2]. En esa revista peruana se da gran importancia a la ceremonia pero no se menciona la fundación del APRA. Además, se consigna por error que quien recibe la bandera es Enrique Torres cuando se trata en verdad del presidente saliente, Lelo de Larrea.

Sin embargo, el APRA reivindicó el 7 de mayo de 1924 como fecha de su inicio. Debido a que no se trató de una ceremonia de fundación formal del movimiento, es natural que surjan estas preguntas para los jóvenes de hoy: ¿Por qué no hubo una ceremonia formal de fundación del APRA? ¿Por qué no se hizo público un anuncio de ese tipo? ¿Por qué se hizo entrega de esa bandera en México y no en otro lugar? ¿Por qué la bandera no tiene las siglas “APRA” ni mensaje político alguno?

La respuesta es muy simple. Haya de la Torre era un estudiante exiliado a quien había otorgado asilo y una beca de estudios el gobierno mexicano. Tenía el apoyo del presidente Álvaro Obregón y del Secretario de Educación Pública José Vasconcelos, pero no podía fundar un movimiento político en México sin perjudicarse legalmente. Por lo demás, Obregón y Vasconcelos terminaban su mandato en 1924. Haya de la Torre podía verse obligado a emigrar en busca de asilo en otro país en difíciles condiciones, como efectivamente ocurrió en 1928 al hacerse efectivo el apoyo aprista a Sandino. Todo esto en condiciones internacionales muy tensas. 

La generación que hizo suya la bandera de 1924 luego forjó su propia identidad política dentro de los grandes lineamientos formulados por Haya de la Torre. Uno de estos lineamientos era “Ni Washington ni Moscú”. Es una generación poblada de importantes pensadores, periodistas, organizadores políticos e incluso presidentes. Entre ellos se cuentan Jesús Silva Herzog en México; Enrique de la Osa en Cuba; Rómulo Betancourt en Venezuela; Germán Arciniegas en Colombia; José María Figueres en Costa Rica; Juan José Arévalo en Guatemala; Óscar Schnake en Chile; Gabriel del Mazo en Argentina, entre muchos otros.

El primer manifiesto formal del APRA, de diciembre de 1926, llamado justamente “¿Qué es el APRA?” retoma elocuentemente el mensaje de la entrega de la bandera: “Las experiencias de México, América Central, Panamá y las Antillas y la presente situación del Perú, Bolivia y Venezuela, donde la política de penetración del imperialismo se deja sentir fuertemente, han determinado la organización del A.P.R.A. sobre bases completamente nuevas y propugnando métodos de acción realistas y eficaces. La palabra de orden del A.P.R.A. sintetiza, sin duda, la aspiración de veinte pueblos en peligro: Contra el imperialismo, por la Unidad Política de América Latina, para la realización de la Justicia Social”[3]. Un mensaje absolutamente vigente y que debemos recordar en todo su hondo sentido el 7 de mayo de 2024.

[1] Haya de la Torre, Víctor Raúl. Construyendo el aprismo. Artículos y cartas desde el exilio (1924-1931), Ediciones Claridad, Buenos Aires, 1933, pp. 5-6.

[2] Claridad, Año II, Nº 6, Lima, setiembre de 1924, p. 4.

[3] Haya de la Torre, Víctor Raúl. Por la emancipación de América Latina. Gleizer editor, Buenos Aires, 1927, p. 195.

 

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