En política, la “fraternidad” miliciana invoca la unión; en la Historia, el parentesco lazo fraternal provoca confrontación. Es una ruina; es una destinación. Dos o más, reclamando el mismo la heredad.
Con la anulación del indulto otorgado al ex mandatario Alberto Fujimori Fujimori, en 12/17, podríamos asistir un renovado escenario nacional fuertemente anaranjado. Durante los próximos semanas, meses y (tal vez) años, AFF se quedará internado en clínicas (como se encuentra en este momento), pero desde allí será pieza clave para reubicación de piezas en el tablero político nacional.
Por lo pronto, la recomposición o descomposición del movimiento reclama su legado depende de los intereses particulares que mantengan o que pretendan modificar los hermanos K. Keiko y Kenyi, empezarán a reclamar, cada vez más, notoriedad y participación en medios de comunicación y de esta manera, tal vez, podamos ver a una Keiko “superada” de recientes malas rachas y a un Kenyi “superado” de todo resentimiento cercano.
El juego de la victimización y el anhelo de liberación se pueden reestrenar infinidad de veces. Las que sean necesarias para sostener en el blanco coyuntural de discusión la fibra más sensible del peruano fujimorista: la condición de vida del ex dictador.
Keiko y Kenyi tienen los argumentos trazados y los guiones aprendidos de memoria, sin embargo, ¿cómo asumir esta tarea? ¿En unidad partidaria? ¿En abierto lanza llamas?
Si Keiko asume el liderazgo absoluto de la defensa política de su padre, consigue opacar la figura del hermano, pero se opaca ella misma con la sombra del progenitor. Seguir sosteniendo, de cara al 2021, la liberación de AFF como mayor meta a alcanzar, podría significar la reunificación del sentimiento fujimorista, pero también la pérdida completa de la autonomía que había logrado desmarcar del albertismo.
Kenyi, por su parte, si comprara enteramente el pleito relega a la hermana y, consecuentemente, recibiría el apoyo y la bendición del propio Alberto, de los fundadores y de las bases. Hasta aquí, sin mayor novedad. Este era ya el juego kenyista de los últimos dos años. Pero Kenyi, para tomar control total del movimiento tendría (ahora sí) que anular a la hermana. ¿Cómo?
Deshacerse de Keiko no ha sido tarea fácil para nadie en los últimos quince años, pero esta es ocasión para que Kenyi pula el dolor del militante fujimorista, echando directa culpa sobre la hermana por de la suerte tocada al padre.
El ciudadano fujimorista no perdonaría al responsable del “calvario” de su presidente. Aun así, a cualquiera de los hermanos que se anime a tocar esta olla caliente le resta no tener un escenario político totalmente favorable. A Keiko le corresponde, primero, recuperar la calle; a Kenyi, recobrar algunos cuantos aliados en Choquehuanca, para empezar otra vez el juego.