El discurso por el Estado de la Unión que dio el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, ha sido un discurso para señalar claramente los objetivos de dicho país para el futuro. Y es que, la lenta pero ahora segura recuperación de la economía norteamericana, le ha servido a su presidente para comenzar a mostrar los logros de su gobierno, tanto interna como externamente.
Para ello ha sido fundamental que la economía comience a funcionar nuevamente, lo que se demuestra con la reducción del déficit fiscal y con el mayor crecimiento y creación de nuevo empleo desde 1999. Esta recuperación económica se debe en parte a la tecnología norteamericana que le ha permitido estar en la capacidad de explotar nuevas formas de energía como el Shale Gas y el Shale Oil, que hoy le permiten su independencia energética y que han sido la causa principal del desplome del precio del petróleo en el mundo, haciendo sucumbir a gobiernos autoritarios que se financiaban con los altos precios del oro negro.
La política exterior de Obama, muy cuestionada al inicio tanto por los republicanos como por ciertos sectores de su propio partido, también ha comenzado a dar sus resultados, demostrando que la apuesta por la fuerza de la cultura norteamericana antes que por la fuerza de su ejército ha sido ganada. Y es que la acometida rusa, liderada por el autócrata Putin, ya no es una amenaza dado el colapso de su economía y por el rechazo mundial al uso de la fuerza. Estados Unidos, se ha vuelto a levantar para no dejar que China la quite protagonismo mundial, lo que se convierte en un nuevo reto para el gigante asiático que ya es la economía más grande del mundo.
La apuesta norteamericana ha sido claramente por la libertad y por la fuerza de su pueblo, que radica en su gran clase media y en los inmigrantes que llegaron en busca del sueño americano, que hoy le han vuelto a dar su apoyo mayoritario a Obama.