A nueve meses de gobierno accesitario, los resultados oficiales del referéndum realizado en todo el Perú muestran, sin duda, el mayor respaldo popular que ha recibido el actual gobierno y en particular el presidente Martín Vizcarra de parte de la ciudadanía.
La ciudadanía está convencida que la fórmula ganadora SÍ, SÍ, SÍ y NO es un primer paso para mayores reformas en el Estado que procuren despercudir la corrupción impregnada en las funciones institucionales. Sin embargo, esta abrumadora victoria la ha conseguido un gobierno que no deja de ser frágil.
Haber recurrido a un referéndum a los nueve meses de ejercer el mandato, finiquita tempranamente el respaldo masivo y directo que se pueda recoger de la población, excepto que se pretenda gobernar entre referéndum y referéndum. Un gobierno no establece alianzas serias con “el pueblo de a pie”, sino a través de agrupaciones organizadas que representen los intereses de estos, muchas veces contrapuestas con los preceptos de aquel.
La población se encuentra susceptible al ver enfrentamientos entre Ejecutivo y Legislativo. Hasta ahora, la victima de su indignación (con mayor o menor razón) ha sido el Congreso, pero a partir de ahora, con la valla que se ha impuesto a sí mismo el presidente Vizcarra, tras guiar a millones de peruanos hacia una consigna esperanzadora, podría hacer que las picotas apunten a Palacio de Gobierno.
Martín Vizcarra no podrá culpar por mucho tiempo más al Parlamento de lo que se haga o de lo que se deje de hacer. Si promueves una acción determinada (como ha sido estimular el voto en cierto sentido), obtendrás una reacción a la altura de la expectativa que ha sido generada.
Ahora que su juego está limitado al 2021, sería inteligente que los congresistas (sobre todo la mayoría parlamentaria) aligeren los debates y las reformas legales que demanda el resultado del referéndum para que la población empiece a observar con ojo crítico el desempeño del gobierno nacional en cada uno de los sectores productivos.
De momento, las cifras positivas acompañan al presidente, pero no a su gabinete ministerial. Como ha compartido el diario La República, el Centro de Investigación Empresarial (CIE) de Perucámaras informa que la pobreza en la macro región del Perú ha alcanzado el 29%, porcentaje incrementado durante los años 2017 y 2018, vale decir durante los gobiernos de Pedro Pablo Kuczynski y Martín Vizcarra.
PPK, que no es ajeno a Lava Jato, trabaja junto a Vizcarra desde agosto de este año. Es de suponer que los peruanos encontrarán más de una correspondencia (no solo la política) entre ambos gobernantes si es que Vizcarra no corrige la ineficiencia de sus aliados predecesores.
A nueve meses de mandato accesitario, ¿qué ha parido este gobierno?