Lo que ha ocurrido en el Perú es que el ex presidente Pedro Castillo (de izquierda), cometió un golpe de estado fallido (para imponer una dictadura de izquierda), por ello asumió el cargo legítimamente la vicepresidenta de la plancha de Perú Libre (partido de izquierda), Dina Boluarte (de izquierda); esto ha generado la furia irrefrenable de los votantes de la plancha de Pedro Castillo y Dina Boluarte (todos de izquierda), que exigen a la ahora presidenta (de izquierda) que ellos eligieron en la plancha presidencial: reponer a Pedro Castillo e instaurar una asamblea constituyente. Para los protestantes todo esto sería la evidencia clara de que la culpa completa de los eventos nacionales es de la “derecha”, y "la derecha" en el Perú son todos aquellos que no aceptan lo que la izquierda pretende imponer.
Hasta el momento considero que las medidas tomadas fueron las adecuadas para el momento (Estado de Emergencia - FFAA apoyando a la PNP en resguardo del orden público), porque no puede haber diálogo posible con alguien que pide la liberación de un golpista con vínculos internacionales (ver declaración conjunta de México, Argentina, Bolivia y Colombia), una asamblea constituyente para lograr el anhelo de imponer una dictadura socialista a medida y a la vez dinamita comisarías, quema entidades públicas y toma aeropuertos.
Uno de los muchos problemas de nuestra cultura occidental contemporánea, es el relativismo moral y la democratización de lo correcto, la idea de que toda idea, propuesta o protesta, debe ser tratada por igual, atendida y respetada; entonces debemos prestar atención a las demandas respetables de esas personas, que tan sólo exigen la liberación de un golpista, instaurar una asamblea constituyente para imponer una dictadura en todo el país, bloquean carreteras, toman aeropuertos y dinamitan comisarías. Entonces, tenemos que escucharlos.
No toda idea es respetable, tolerable, atendible e inofensiva, no señores. Por ejemplo, yo soy liberal y exijo más libertad económica, menos regulaciones e impuestos, mi idea no es igual a alguien que exige más impuestos, más regulaciones y expropiación a través de la violencia para redistribuir, que exige que se restituya a un presidente golpista y que se instaure una asamblea constituyente.
"Son sólo posiciones políticas todas respetables y debe invitarse al diálogo".
No, no lo son, una posición es legítima y no afecta a nadie, más que a quien lo exige, lo segundo es totalmente ilegítimo y afecta a terceros a través de robos, impuestos, expropiaciones, extorsiones, violencia, manipulación y procesos penales. No todas las ideas son iguales y no todas merecen respeto y atención. No obstante, en el Perú grupos sediciosos terroristas pueden quemar comisarías, tomar aeropuertos, dinamitar policías, exigir el desmembramiento de parte de nuestro territorio y un comunicador social/sociólogo/antropólogo “instruido” acomodaticio, clasista, despreciativo, elitista, inhumano, publica un artículo más sobre "el olvido del Perú profundo y el urgente diálogo social necesario".
SU INUTILIDAD ES INCREÍBLE, sobre todo porque creen que toda problemática, donde suspenden el buen juicio y buscan el diálogo, es siempre el camino profundo y civilizado, y eso no es correcto, la respuesta asertiva es el camino civilizado y razonable, y en el mundo real existen actos de violencia y terrorismo que no deben y no pueden manejarse a través del diálogo, porque sienta malos precedentes.
En realidad estos supuestos “instruidos” tienen un profundo resentimiento a todo aquello que tenga algún mérito de aptitud o calidad estética. Sienten un desdén por el mundo empresarial, sobre todo por esta estupidez de la desigualdad, ojo que los empresarios son más inteligentes que los académicos y ganan mucho más. Tienen un propósito de destrucción de la calidad estética, algo que no se puede dejar de identificar con envidia y resentimiento, como motivadores fundamentales. Estas personas son filisteos, irremediablemente mediocres, no tienen noción de belleza ni sentido estético.
El mayor problema con estos elitistas, despreciativos, ignorantes, personajes que encontramos en el periodismo, política, redes, en el estado un montón, es que se rasgan las vestiduras por los DDHH; que publican lamentaciones sobre el vejamiento y el olvido; esos son profundamente inútiles y estúpidos, pero creen ser "profundos", y acaso inteligentes; que quieren sentir la vida pero todo lo que saben sentir (y quieren obligar a todos los demás sentir, porque no les basta su cruz) son culpas. Todos aquellos que siguen, después de 200 años, vendiendo la misma fantasía: "si tuviéramos autoridades honestas y justas, ya verían cómo tendríamos crecimiento económico con responsabilidad social".
Son unos infelices porque su supuesta preocupación y compasión, esconde una vileza racista, clasista, miserable, elitista y resentida. No son capaces de leer más allá del color de piel, la condición social, el género o la etnia; como si el ser humano, la especie más adaptada (la única) que puede llegar a ser una mierda, se volviera rancio a cierto nivel socioeconómico alto/etnia/género y le creciera una aureola de santidad en cierto nivel socioeconómico bajo/etnia/género. Qué nivel de resentimiento, que es tan grande y pesa como una culpa, que tienen que proyectarlo en otros.
Son despreciativos inhumanos, porque la actitud y actuación paternalista frente al "Perú profundo" es tan grande, que son incapaces de reconocer el alcance de los actos y las respectivas responsabilidades de los individuos que forman parte de las turbas enfurecidas causantes de los delitos. A estas personas cuya condición de vida es en la mayoría de casos precaria (como la de muchos de los pobladores de Lima), le quitan lo último que a un ser humano pueden quitarle: su propia identidad. Salen los caviares bien pensantes, refinados con "complejas" interpretaciones de la realidad nacional, para comprender “la causa” de esa violencia, y buscar los otros actores, que deben inmediatamente aprender a sentir culpas, ya sea por el olvido, el "desprecio" o, por supuesto el color de piel o la condición social.
Yo no tengo problema, y espero que los que han llegado a estas líneas tampoco, en llamar a las cosas por su nombre, y denunciar lo repulsivo y despreciables que son sus actos y peticiones:
¿Pedir la liberación de un golpista y exigir una asamblea constituyente para instaurar una dictadura sería perfectamente tolerable? ¿Las peticiones del “Perú Profundo” deben ser tomadas con pinzas porque le pertenecen a sectores "olvidados de la sociedad"?
Mediante esa actitud paternalista les quitan a esas personas que están quemando comisarías y tomando aeropuertos su propia identidad. Los someten a sendas interpretaciones de la realidad bajo la lúcida lupa de sus últimas lecturas endogámicas, y les es imposible mirarlos a los ojos, ejercer el acto sagrado de la empatía y decir: te reconozco, y te trato y juzgo como me trataría a mí mismo si estuviera en tu posición, por lo que, te puedo decir en la cara que “TE DESPRECIO”.
Y entonces entra la culpa: "Esos limeños se han olvidado que el Perú no es Lima". Cada revuelta, cada protesta con actos terroristas, dicen lo mismo; ya sabemos, el Perú no es Lima. Pero cada vez que dicen eso, observo los actos terroristas de esos "pobladores olvidados", como si fuera un carnaval turístico que invita, precisamente, al olvido y al desprecio. Si actúan así, porque exigen la liberación ilegal de un golpista y crear una constitución a su medida, porque sólo sirven para seguir órdenes -porque eso piden cuando piden una dictadura-, sin saber que lejos de mejorar su condición, sólo empeoraría, y ahora exigen que todo el Perú acepte sus planteamientos. En ese instante, aparece un centrista "de sensibilidad social" señalando que hay que "ser comprensivos" frente a ellos. Se ponen en ese nivel de esquizofrenia, de desacato a la razón.
Cuántos regidores, prefectos, subprefectos, alcaldes, que el golpista Castillo y Aníbal Torres visitaron en sus viajes a provincia (para conseguir precisamente estos actos terroristas), estarán involucrados en actos de corrupción (si creen que hay "mucha corrupción", o racismo, en Lima, no han viajado mucho a provincias) y estarán dando el pecho por una dictadura comunista; y cuantos estarán regocijados en la "intensificación de las protestas".
No sólo no siento culpa, condeno y aborrezco sus reclamos, porque sus reclamos exigen la esclavitud de otros seres humanos -ya ni qué decir la liberación de un golpista y la imposición de una dictadura a su medida-, también aborrezco toda protesta que exige "derechos" que sólo pueden pagarse con dinero ajeno, porque es una protesta ilegítima. Pero estas cosas jamás podrán entenderlas los "caviares" de grandes interpretaciones. Entonces, estos protestantes vuelven a exigir que esos "limeños" a quienes parecen aborrecer, se conviertan en los esclavos de sus caprichos dictatoriales y económicos, en pasivos receptores de su folclorismo sabio.
Los centristas nunca llegan a ser claros, hablan de "justicia social", de "equidad", de "desigualdad" (una de sus palabras favoritas), de "crecimiento con responsabilidad social", y se auto felicitan por su "sensibilidad social" y "profundo humanismo", pero nunca jamás explican que nada de eso puede ser realizable con socialismo. Quieren quedar bien con Dios y con el diablo. Porque al final de cuentas desean que haya un estado monopólico que "haga algo por la población", no por compasión, sino por resentimiento y para quitarse la culpa de encima; en realidad quieren que alguien se encargue de su tranquilidad y estabilidad emocional, en vez de buscar la colaboración y el trato directo con esas personas. A fin de cuentas a esos social confundidos les va muy bien con ciertos gobiernos de turno.
Dejen de tratar a las personas como niños sin responsabilidad alguna. El no infantilizar a alguien es una forma de respeto y el mayor gesto de empatía. Es decirles: "claro que comprendo tus demandas, quieres libertad para un corrupto golpista, dictadura a través de una constituyente, y latiguear limeñitos burgueses. Son unos dementes y condeno su demencia".
Todos aquellos que piden la liberación de un golpista, la imposición de una constituyente, una dictadura donde se esclavicen otras personas para cumplir sus ingentes ambiciones, SON GENTE DE MIERDA. Todos los políticos que continúan caminando sobre huevos, que no piden reales reformas constitucionales (como que el subsuelo pertenezca a las personas no al estado o reducir el estado y el gasto público), y todos los centristas que no pueden explicar que la única forma de salir de la pobreza (la condición natural del ser humano), es capital, trabajo, ahorro y años de paciencia, SON TAMBIÉN GENTE DE MIERDA. Entonces, para decir que todos estos son gente de mierda no hay que ver color de piel, origen geográfico, etnia, idioma, o creencias espirituales. Sólo hay que ver lo que exigen, lo que piensan, y lo que hacen.
* Tengo que agradecer a Aléxandros Demos, una persona que admiro, porque muchas de estas ideas las he podido amalgamar leyendo algunas cosas que escribe e intercambiando algunas ideas.