“Algunos izquierdistas creen que el mundo comunista funcionaría bien si la ‘gente buena’ estuviera a cargo de él. No se dan cuenta de que, por definición, la gente buena no quiere controlar la vida de los demás”
Ludwig Von Mises.
Carl Marx y Federico Engel consideraban que la economía era la ciencia madre, el fundamento y la base de todo lo que se creó con ella, esta afirmación los fundadores del marxismo la desarrollaron a mediados del siglo XIX (el Manifiesto Comunista se publicó en 1848). Así, los cuatro postulados del viejo marxismo[1] [2] (autodenominado como “científico”) se pueden resumir en: El capitalismo es explotador, según este postulado los ricos usan el poder que tienen para oprimir y extraer la riqueza de los pobres, siendo el capitalismo competitivo, destructivo e imperialista, porque el afán de lucro en el sistema capitalista saca lo peor de las personas. El sistema capitalista sería una competencia brutal y despiadada, por ello el socialismo sería moralmente superior porque rechazaría el ímpetu del capitalismo, la competencia y la división de clases. Así el socialismo sería una ideología y práctica humanista, pacifista, donde todos compartirían y actuarían solidariamente los unos con los otros. A la par daría “igualdad” a las personas. Entonces, el segundo postulado es que el marxismo es un sistema solidario.
Otro postulado es que el socialismo sería más productivo que el capitalismo, porque en un sistema de libre mercado los pobres se harían cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos. Esto causaría conflictos internos dentro del sistema capitalista que provocaría que todo colapse en una revolución del proletariado, liderada por obreros. Lo anterior, a causa de las contradicciones del capitalismo, contradicciones que aparecerían poco a poco en el tiempo y como resultado no podría mantenerse estable como sistema. Esta predicción nunca se demostró.
Según este viejo marxismo las economías socialistas en contraste con las capitalistas serían más prósperas, porque la gente trabajaría en “unión” en lugar de en “oposición” (oposición entre los proletarios y la clase burguesa). Entonces, la “utopía socialista” tendría una dictadura del proletariado, dictadura liderada por hombres sabios y benevolentes que administrarían la economía con sabiduría (casi divina), los cuales asignarían y redistribuirían correctamente los escasos recursos. El problema a simple vista radica en ¿Quién elige a estos hombres sabios y benevolentes? ¿Quiénes serían? ¿Qué incentivos tendrían para asignar y redistribuir correctamente los recursos?
Las predicciones del viejo marxismo apuntaban a que la población de pobres crecería dramáticamente en los países capitalistas, asimismo la clase media se reduciría significativamente, porque la gran mayoría de la clase media se volvería pobre. Así, la clase alta, la denominada burguesía, también se encogería a un número muy pequeño. Lamentablemente para Marx, ninguna de estas predicciones se cumplió. Todos los datos, estadística y evidencia demuestran todo lo opuesto a lo predicho por Marx y Engels. Esto debido a que las tasas de pobreza en los países capitalistas, en donde se respeta la libertad, la propiedad privada y se desregularon los mercados, dicen lo contrario. En lugar que haya más gente pobre, las tasas de pobreza bajaron significativamente, las clases medias, muy por el contrario a las predicciones de Marx, crecieron significativamente, asimismo la cantidad de personas ricas aumentó y sigue aumentando. [3]
Ya por el año 1920 Ludwing Von Mises[4] expone al socialismo como un esquema utópico, ilógico, irracional, antieconómico e inviable en su núcleo, explicando la imposibilidad científica del cálculo económico en una economía planificada. Porque sin competencia por los recursos y sin propiedad privada resulta imposible invertir eficientemente los recursos.
El análisis de Mises puede resumirse en:
De hecho, el problema planteado por Mises es que el planificador central es incapaz de proponer un cálculo económico racional. En resumen, es un problema de cálculo. No existe cálculo económico en el sistema socialista.[5]
A lo largo de la historia el hombre ha buscado la cura de la pobreza y todo ese tiempo la cura ha estado frente a nuestros ojos. Afortunadamente, la mayoría de las personas espontáneamente reconoce esta cura, y es la razón por la que han sobrevivido. Esta cura individual es el binomio trabajo y ahorro. En términos de organización social, la sociedad evolucionó espontáneamente a partir del trabajo y del ahorro, sin la planificación consciente de nadie, con un sistema de división del trabajo, con libertad de intercambio y cooperación económica, cuyo bosquejo apenas se volvió evidente para nuestros antepasados hace poco más de dos siglos. Ese sistema es hoy conocido como “capitalismo”.[6]
Los beneficios del libre mercado son tan obvios que, donde se implementa, la pobreza extrema se erradica, convirtiendo al mundo en “una gran clase media”. El aumento de la renta per cápita permite, en fin, una mayor esperanza de vida, una mejor salud y nutrición, y la consolidación de determinados valores éticos como la paz, la libertad, los derechos humanos y la tolerancia. Porque cuanto más rico es un país, más felices son sus ciudadanos.[7]
Pese a ello, los marxistas más recalcitrantes siguen esperando a que llegue la revolución mundial del proletariado, pero esta nunca llegó ni llegará, salvo horrendas excepciones focalizadas como en China, Corea del Norte, Cuba, Camboya, Vietnam. Un crimen teniendo conocimiento y la información que respalda que los países capitalistas están económicamente cada vez mejor y luego de comprobadas las atrocidades cometidas en la URSS y la China comunista.
Un problema de considerar el marxismo como parte de las ciencias sociales, es que las ciencias sociales se apoyan en predicciones comparadas con los datos y evidencia, y en cualquier medida la ciencia social marxista no coincide con los datos ni con la evidencia. De hecho, los datos sustentados en evidencia demostraron completamente lo contrario. El marxismo trata de neutralizar la inteligencia humana, poniéndola en la calzada de objetivos utópicos que, por la dialéctica infernal que transfigura cada derrota en señal de victoria, lo absorberá de forma más completa cuanto más los resultados obtenidos en el esfuerzo caen alejados de sus metas soñadas. Es sólo esto lo que explica el fenómeno de miles de intelectuales que se niegan, durante casi un siglo, a percibir los males del socialismo, incluso después de la caída del Muro de Berlín, negándose a reconocer cualquier conexión entre estos males y el ideal socialista.[8]
En las viejas escrituras socialistas uno puede ver marcas de resentimiento, envidia, enojo, exaltantes en la destrucción que traerá la revolución socialista, así los malvados capitalistas finalmente tendrán su merecido. Desentrañando el aspecto psicológico, el concepto de RESENTIDO de Nietzsche, nos habla de un rencor insano, venenoso, contenido por mucho tiempo, eso es el resentimiento. Nietzsche[9] nos habla de la moralidad del amo y la moralidad del esclavo. La moralidad del amo es la moralidad de los vigorosos y fuertes que aman la vida, es la moralidad de aquellos que aman la aventura, se regocijan en la creatividad, en su propio sentido de significado y asertividad. La moralidad del esclavo es la moralidad de los débiles, aquellos que se sienten débiles, victimizados, que temen a aventurarse en el intimidante mundo. Los débiles temen a los fuertes, esto resulta en que los débiles se sienten frustrados, no pueden obtener lo que quieren en la vida, se vuelven envidiosos, y también empiezan a odiarse a sí mismos secretamente. Pero nadie puede vivir pensando que tiene un odio profundo, entonces los débiles inventan una racionalización. [10]
Esta racionalización les dice que ellos son los buenos y morales, porque son débiles, humildes y compasivos. La obediencia es su virtud, no pueden seguir su propia voluntad, tienen que obedecer, son más morales porque están del lado de los oprimidos. Entonces lo opuesto debe ser el mal, estar orgulloso de sí mismo, ser independiente, ser física y materialmente superior. Sin embargo, un debilucho inteligente nunca se convencerá de la anterior racionalización, la realidad lo daña internamente por lo que eventualmente tendrá que atacar. Sentirá la necesidad de lastimar de cualquier forma posible a su odiado enemigo.
En la actualidad los capitalistas son los fuertes, los exuberantes, los activos. El capitalismo genera riqueza exponencialmente, es fácil suponer que el socialista medianamente inteligente odia ese hecho. El odio como condición crónica, lleva a la necesidad de destruir. La cultura occidental judío cristiana es intrínsecamente orgullosa y segura de sí misma, lo anterior es insoportable para alguien que está inmerso en una mirada opuesta y fracasada, entonces eso es lo que quieren destruir. La única oportunidad que tienen es atacar la percepción occidental de su propio valor moral, atacándolo de sexista, racista, clasista, como inherentemente dogmática y cruelmente explotadora, así lo anterior sea una mentira. Es una compulsión psicológica que les permite mantener el conflicto.
El capitalismo es moralmente superior, porque defiende y antepone el derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad privada y el respeto irrestricto al proyecto de vida. Así sus instituciones se basan en el respeto a la propiedad privada, el incentivo a la libre competencia, la no intervención estatal, la cooperación social, la división del trabajo, donde el éxito deriva de servir al prójimo con bienes y servicios de mejor calidad al mejor precio.[11]
El Perú ha hecho grandes progresos desde el inicio de las reformas económicas hace 30 años gracias a la Constitución de 1993. Indicadores de todo tipo demuestran una notable mejoría del bienestar en amplios sectores de la población. La prosperidad y la riqueza han aumentado, la desigualdad se ha reducido y los pobres han visto elevar su calidad de vida. A diferencia de otros episodios de crecimiento en la historia del Perú, el progreso no ha estado limitado geográficamente; más bien, el sector rural, tanto como el sector urbano, se ha beneficiado, como lo ha hecho la mayor parte del interior del país, además de Lima y las ciudades de la costa.
En el Perú los críticos del libre mercado minimizan los avances, ignoran los datos y distorsionan los hechos, creando una narrativa para justificar un cambio radical. Los líderes políticos de izquierda, han esbozado una agenda explícitamente socialista y proponen una asamblea constituyente para lograrlo. Los peruanos ciertamente tienen muchas razones para estar descontentos, porque los escándalos de corrupción han proliferado, el sistema político se ha vuelto cada vez más disfuncional en años recientes y la incompetencia del estado es cada vez más manifiesta. No obstante, el progreso es innegable. [12]
Los que defendemos un libre mercado queremos un estado mínimo, pequeño, limitado, menos regulado, reducido pero eficiente, concentrado en hacer bien lo que le toca hacer: garantizar que se presten servicios públicos de calidad, como la administración de justicia, a la vez de garantizar cierta infraestructura. No queremos un estado elefantiásico dedicado a hacer actividades que los privados pueden hacer de mejor manera, como una refinería de petróleo, la gestión de una línea aérea, la producción de películas y documentales, el financiamiento de medios de comunicación mediante publicidad estatal, etc.
No queremos un estado dedicado a emprender causas sociales por ideología, ni un estado repleto de activistas que se dediquen a promover, vigilar y controlar la vida privada de las personas, ni sus hogares, ni sus familias, ni sus formas de alimentarse, ni sus costumbres, ni sus tradiciones. Lo que necesitamos es que el estado haga cumplir el estado de derecho, que se respete la constitución (economía social de mercado), la igualdad formal ante la ley, y que esta última no se confunda con igualdad de resultados sirviéndose de la ley. Ese estado nunca ha existido en el Perú. Acá se usa el estado para fines ideológicos, políticos y para la corrupción.
Los que defendemos la libertad no creemos en un estado que gaste millones de soles de nuestros recursos en una refinería de petróleo inútil, en producir películas, en gestionar programas sociales que nunca llegan a los que deberían, en financiar indirectamente ONG´s que impulsan agendas internacionales. Todo esto mientras no tenemos un sistema de salud decente, ni agua potable para todos, ni infraestructura, menos carreteras, y cuando gran parte de la población está desempleada.
Mientras tanto, los neocomunistas, neo marxistas, socialistas pretenden decir que todos los males son producto de los que defendemos el libre mercado, los más radicales señalan a la capital como la culpable de todos los males de las provincias, cuando gran parte de los presupuestos de los gobiernos regionales no son ejecutados y otro tanto es mal gastado por gobernadores regionales de izquierda. Es así que los neo marxistas nos mezclan con los mercantilistas, grupo de mafiosos que en nombre del libre mercado obtienen utilidades no en el mercado, sino mediante sobornos con el gobierno de turno.
Los neo marxistas exigen que el estado se ocupe de todo, de la educación sexual de los menores, de vigilar la salud, de la violencia doméstica, de la desinformación (fake news), de la moral, de la deconstrucción de las tradiciones, de la revisión de los discursos, de las transnacionales, de la redistribución de la riqueza que no han producido. Los que defendemos las ideas de la libertad, en cambio, creemos en un estado limitado, acotado a lo que es esencial y que no se use para imponer una dictadura de la moral, ni que haga quebrar mi pequeño negocio con tanta regulación e impuestos.
21 de julio de 2022
[1] Stephen Hicks, "Explicando el postmodernismo: escepticismo y socialismo de Rousseau a Foucault" (Scholargy Publishing, 2004; Expanded edition, 2011)
[2] The UBC Free Speech Club had the absolute honour of hosting Dr. Stephen Hicks earlier in March.Stephen Hicks - Explaining Postmodernism In 2018. https://www.youtube.com/watch?v=-BGbHG63x8w 23 mar. 2018. Original.
[3] La estruendosa superioridad del capitalismo – Javier Milei – TEDx San Nicoles
https://www.youtube.com/watch?v=jEEQ4bevw1Q
[4] En 1920, en pleno apogeo de la Guerra Civil entre bolcheviques y el resto del país, el economista austríaco publicaba el artículo “Economic Calculation in the Socialist Commonwealth” en donde demostraba la imposibilidad científica del cálculo económico en una economía planificada. Dos años después, coincidiendo con la constitución oficial de la URSS, Mises escribía una de sus obras más notables: Socialismo. Análisis económico y sociológico.
https://mises.org/es/wire/por-qu%C3%A9-siempre-el-c%C3%A1lculo-socialista-es-imposibl
Mises, Ludwig Von, Socialismo. Análisis económico y sociológico. cit., p. 124:
“(…) esto no es posible (el cálculo independiente para los diferentes grupos de la producción) debido a que dicho cálculo, en el caso de las diferentes ramas de una misma empresa, se funda exclusivamente en los precios del mercado para todas las clases de bienes y de trabajo que se emplean. En donde falta mercado no pueden formarse precios, y sin formación de precios no hay cálculo económico”.
Expresado de otro modo:
Mises, Ludwig Von, La acción humana, pp. 1014; 1016:
“Nos enfrentamos, pues, tan sólo con el problema de decidir qué factores (modos) de producción vayamos a obtener y emplear y cuál procedimiento, entre la infinita variedad de posibles sistemas de fabricación, vayamos a seguir para, en definitiva, producir los correspondientes bienes de consumo”. (…) “La paradoja de la «planificación» radica en que, al imposibilitar el cálculo económico, impide planear. La llamada economía planificada puede ser todo menos economía. Impide averiguar cuáles, entre los múltiples medios, son los más idóneos para alcanzar los deseados objetivos”.
[6] Henry Hazlitt, “The Conquest of Poverty”. Cap. 20
[7] Steven Pinker “En defensa de la Ilustración. Por la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso”
Viking-Penguin Random House LLC, 2018, xix + 556 págs. Capítulo 8 “La riqueza”
[8] Olavo de Carvalho, “El jardín de las aflicciones” pág. 88
[9] Más allá del bien y del mal
[10] The UBC Free Speech Club had the absolute honour of hosting Dr. Stephen Hicks earlier in March.Stephen Hicks - Explaining Postmodernism In 2018. https://www.youtube.com/watch?v=-BGbHG63x8w 23 mar. 2018. Original.
[11] Javier Milei – Diego Giacomini, Libertad, libertad, libertad: Para romper las cadenas que no nos dejan crecer.
[12] LA PROSPERIDAD SIN PRECEDENTES DEL PERÚ EN 38 GRÁFICOS
Iván Alonso e Ian Vásquez compilan una variedad de indicadores sobre Perú que muestran el progreso que ha tenido lugar en el país en los últimos años y décadas. https://www.elcato.org/la-prosperidad-sin-precedentes-del-peru-en-38-graficos