“El mensaje a la Nación -en resumen- sólo se puede interpretar de la siguiente manera: el único futuro posible es nuestro presente y no pienso cambiar nada.”
Martín Vizcarra mandó un extraño mensaje a la Nación, un raro conjunto de palabras, prueba que demuestra que su política sí puede ser más decepcionante de lo que se creía. Pedro Cateriano señaló que nunca vio a un líder que se castigue a sí mismo.
Muy aparte de ser detractor o un ciego fanático del gobierno vizcarrista, hay una verdad indiscutible respecto al mensaje del último 28 de julio. Esa verdad es que Vizcarra se ha convertido en el centralista más cínico de la historia republicana.
En los últimos 8 años hemos visto como los gobiernos de los Humala-Heredia y luego el de Pedro Pablo Kuczynski han vendido la imagen de que Lima es el Perú. Pero tampoco me refiero a toda la ciudad de Lima, me refiero a la ‘Lima candy’, esa parte que cree que sus problemas son los mismos que tienen todos los peruanos cuando, en la realidad, los problemas de los peruanos son más graves.
De nada sirve prometer un millón de tablets para nuestros escolares, si en sus casas no tienen electricidad, si deben estudiar con velas o, peor, deben estudiar en la calle debajo de un poste de luz.
De nada sirve prometer que el Perú vencerá al Coronavirus si todavía tenemos millones de peruanos que no tienen agua en sus casas y deben esperar todas las madrugadas con baldes a que les lleven agua.
Peor, aún, lo que sucede en varias regiones por culpa de la informalidad. Cerro de Pasco, por ejemplo, en el que el agua en la mayoría de los hogares sale amarilla, agua con plomo que la población debe consumir porque no tienen otras opciones. Mineras informales que generan estos daños.
Pero da la casualidad de que Martín Vizcarra tampoco mencionó un plan de inteligencia o programas económicos para combatir la informalidad, al contrario, habló de programas -burocráticos- para los actuales formales. Lo que olvida el ingeniero Martín es que la actual burocracia fue la que alejó a millones del sector formal y que hoy esa informalidad es mayor del 70%.
En el Perú existen regiones en el Norte a los que les prometieron una reconstrucción después de que el fenómeno del Niño haya destruido hogares de familias humildes e inocentes. Hace unas semanas atrás se publicó a través del presente medio una entrevista que mi persona le realizó al Almirante y ex Vicepresidente Luis Giampietri, en dicha entrevista aprendí que el Niño (como lo llamó el entrevistado) es fácil de predecir, mediante ciertas técnicas que él aprendió a lo largo de su vida.
En un mundo en el que reina la tecnología, vemos países que con satélites pueden predecir los efectos de la naturaleza que hace 30 o 40 años no se podían predecir. El Perú tiene un satélite comprado en el gobierno de los Humala-Heredia, una transacción hecha por el -en aquel entonces y que hoy repite el plato- PCM: Pedro Cateriano. ¡Ah! Verdad, acabo de recordar que ese satélite fue comprado bajo maniobras corruptas y no sirve. Entonces Vizcarra, en su mensaje, debió mencionar una inversión en adquirir tecnología eficiente y capaz de predecir los efectos que la naturaleza nos tiene preparados: temblores, terremotos, Niños, etc.
También hubiera sido magnífico escuchar que se asignará un presupuesto para cuando lleguen los efectos de la naturaleza y estos sean devastadores, pero nuevamente estamos frente a un gobierno que subestima a la naturaleza.
Entonces, el mensaje a la Nación -en resumen- sólo se puede interpretar de la siguiente manera: el único futuro posible es nuestro presente y no pienso cambiar nada. Un presente en el que nuestro PBI sufrió caídas de -42% o -15%. Un presente en el que los peruanos más necesitados tienen que salir a la calle a exponerse y regresan a sus casas con escasos ingresos e infectados, pero el gobierno les echa la culpa por salir de sus casas.
Un presidente centralista que, así como olvidó a Celia, se olvida que el Perú es Lima y todas las regiones, los ricos y los pobres, los varones y las mujeres.