Punto de Encuentro

LOS ADOLESCENTES Y LAS CIUDADANÍAS III

FRANCISCO BASILI DOMÍNGUEZ

Amable lector, ¿qué hace posible y relevante que los adolescentes participen?

Recordemos que somos un país diverso.  Diversos espacio-tiempos se intersecan y superponen en el millón trescientos mil kilómetros cuadrados de nuestra superficie. Aquí, individuos, comunidades y pueblos protagonizan historias desde diversos referentes culturales, en diversas lenguas y en distintas condiciones de producción y organización social. Juegan sus recursos y necesidades, sus esperanzas y sus temores entre presiones y alianzas distintas. 

Recordemos que unos y otros vivimos –con mayor o menor exposición- en el marco invasivo de una cultura global que, a pesar de ser vertiginosa hasta el aturdimiento en sus estímulos, promueve de modo consistente el exitismo, el consumismo, el erotismo, el valor absoluto del dinero y el descrédito de la solidaridad social y los compromisos

Recordemos que hace un poco más de medio siglo que está legitimada la noción de adolescencia, y que tendemos a pensar que los adolescentes peruanos son todos iguales.

Y es cierto que hay semejanzas entre los adolescentes de diversos lugares  y procedencias: los cambios físicos externos e internos, el florecimiento de la sexualidad, los cambios de expectativas sobre ellos y entre ellos, la inestabilidad emocional, la ansiedad por el futuro…

A los adolescentes les interesa descubrir quiénes son y quiénes quieren ser, cómo son percibidos y a quiénes interesan sus percepciones.  Pasa en los pueblos nativos que reciben la radio y la TV, pasa entre migrantes de primera generación del mundo rural a las ciudades andinas y amazónicas, pasa en los asentamientos humanos nuevos de la costa y en las escuelas privadas más caras.

Para dar sentido a su participación, ellos deberán descubrir y priorizar sus intereses, lo que afecta a sus familias y lo que asegura la prosperidad y sostenibilidad de sus comunidades.  Entonces su participación diferenciará entre opciones de vida y opciones de muerte.

Para que esto ocurra, las generaciones mayores debemos facilitar a los adolescentes condiciones para ejercer su ciudadanía objetiva. 

Hay decenas de miles de egresantes de las escuelas públicas que lamentan no haber aprendido a expresarse en público, a trabajar en equipo, a argumentar sus propuestas y que nunca tuvieron acceso a instancias apropiadas para discutir y proponer lo que correspondía a sus verdaderos intereses.  (Basili, F. “Los Adolescentes y las escuelas”. Familia y Desarrollo. 2015)

Es que, así como hay competencias subjetivas de la ciudadanía, que dan la conciencia de tener derechos e impulsan a ejercer la participación y asumir deberes, hay también condiciones objetivas que permiten participar con libertad y que dan relevancia e interés a esa participación.

Las condiciones objetivas para la ciudadanía, alguna vez las definimos con cinco verbos con “C”:

Cubrir necesidades básicas.  Si las familias, los vecinos, las instituciones públicas, la organización local no cubren las 

  • necesidades básicas, al menos a nivel crítico, la prioridad fundamental de cada niña o niño, púber o adolescente será la actividad que permita satisfacerlas (así pasa con casi el 20% de los matriculados en escuelas públicas, que prefieren trabajar para ganar alguito y acumulan inasistencias hasta perder cursos, lo que hace que la deserción escolar se incremente a partir de la pubertad). 

Es un derecho que las necesidades básicas sean satisfechas.  Deshonra a los partidos políticos que niñas, niños, púberes y adolescentes prioricen ganar alguito en lugar de desarrollarse y aprender.  Condena a los políticos nacionales y regionales que púberes y adolescentes deban venderse –vender su tiempo, su energía, su cuerpo- para sobrevivir. 

Esto no excluye ayudar a las familias, ni cachuelear en tiempos libres, ni aprender el valor del trabajo, ni participar de organizaciones de trabajadores eventuales.  Esas son experiencias y nociones y valores que enaltecen, pero la insatisfacción de las necesidades básicas crea vulnerabilidad y petardea la ciudadanía.

  • Construir el sentido común.  La ciudadanía implica preparación para no dejarse engañar fácilmente.  Para reducir la vulnerabilidad a la charlatanería. 

Es notable la cantidad de noticias y avisos periodísticos que ofrecen pactar y conservar amores, destruir hechizos, arreglar la suerte, adivinar el futuro, y prometen miembros viriles épicos, erecciones eternas y orgasmos de larga duración.  Es notable también el consumo de notas supuestamente documentales que maravillan con evidencias de alienígenas ancestrales, fotografías y filmes de animales fantásticos o monstruos antediluvianos vivientes, de cadáveres que han retornado a la vida cotidiana, y de milagros civiles o religiosos de oportunidad sospechable.

El sentido común natural, matemático, económico y social, es la vacuna contra las supercherías y las ilusiones interesadas.  Se logra conversando sobre lo que observamos, aprendemos y comparamos en lo cotidiano, con interlocutores de diversas generaciones y ámbitos. Se construye en cada contexto sociocultural con un sello propio.  Si se conversa lo suficiente, si se provee información significativa, si la atención persistente lleva a profundizar en temas y problemas para comprenderlos, los adolescentes no son víctimas fáciles de charlatanes y candidatos a mesías.

Cuando culturas e historias se intersecan, quienes mejor comprenden el sentido común de la otra cultura tienen más posibilidades de utilizarlo a su favor.  La educación intercultural abre a la diversidad, al interés en ella, al respeto por los otros, su territorio, sus saberes, usos y creencias.  Abre a las relaciones solidarias entre pueblos.

Mientras los adolescentes lleguen a la ciudadanía política con mejor comprensión matemática y mejor comprensión del entorno natural, social, económico, y de la historia de nuestros pueblos,  habrá más posibilidades que sepan identificar problemas, riesgos y soluciones.  Y que su participación sea más constructiva y relevante.

  • Contribuir a la lectoescritura eficaz.  Promover, acompañar, facilitar y celebrar la capacidad de comprender documentos y de documentar lo que se observa, piensa o propone, es indispensable para asegurar condiciones objetivas de ciudadanía, porque estas son las herramientas fundamentales para participar y para seguir aprendiendo.

En un momento en que se producen y difunden océanos de información, la función de los adultos y docentes de enseñar cambia su acento, porque niñas, niños, púberes y adolescentes pueden aprender por su cuenta, especialmente si saben leer y escribir.  No hay talento más significativo que aprender a preguntar para estimular el interés por seguir aprendiendo.

Es indispensable atraer a los púberes y adolescentes a la información en sus diversos formatos y soportes; propiciar que se ejerciten en descifrar y comentar el significado de documentos de diferentes tipos y apreciar positivamente sus ejercicios para producir documentos.

Quienes manejen aunque sea a nivel básico la producción de documentos textuales y las tecnologías elementales (TIC) de registro de imágenes y de voz –desde teléfonos celulares, por ejemplo- pueden participar en la circulación global de contenidos no sólo recibiendo información, sino produciéndola y difundiéndola.

  • Crear y sostener oportunidades de participación.  Es una condición objetiva de la ciudadanía.  Estas oportunidades   deben ser frecuentes y significativas para ellas y ellos.  Deben darse en todos los ámbitos de lo cotidiano; para que identifiquen sus propios intereses y los intereses de su familia, su aula y su comunidad; para que reconozcan los problemas que importan, para que aprendan a trabajar organizadamente con otros y descubran soluciones así como los pasos que concretan esas soluciones; para que sepan distribuir y aceptar responsabilidades, y se acostumbren a rendir y a pedir cuentas de las responsabilidades asumidas por ellos mismos y por otros.
  • Compartir una cultura y los conocimientos que mantienen la vida y la salud, la higiene personal y social y la sostenibilidad del ambiente.  Sin esto las personas y los colectivos sucumben frente a las enfermedades físicas y mentales, y frente a formas de progreso que ensucian y degradan el ambiente cotidiano y el ecosistema.

Ojalá consigamos que nuestros adolescentes quieran y sepan participar, si no, nuestro futuro será opaco.

Chorrillos, 14.09.2018

 

NOTICIAS MAS LEIDAS