Recuperemos la Social Democracia para el Perú
Los inicios del siglo XX fueron marcados por el derrumbe de la República Aristocrática, por el surgimiento de los partidos de masas y el debate ideológico entre Haya de la Torre y la Sección para América Latina de la III Internacional dirigida por Eudocio Ravines. El debate de Haya con José Carlos Mariátegui fue un debate en el mismo campo ideológico, con varios desencuentros sustantivos pero también con muchos puntos de concordancia. (Carlos Franco, Flores Galindo, Sanchez, García Salvatecci, José Barba).
En el campo popular, la hegemonía democrática del aprismo fue aplastante. Sindicatos, federaciones universitarias, gremios escolares, profesionales. El movimiento comunista fue reducido en su influencia social y mantuvo centros de influencia gracias a su fuerte activismo y apoyo continuo de la fenecida URSSS.
En los 50-60, el Aprismo peruano (o social democracia indoamericana) no logra procesar correctamente la propuesta de Ramiro Prialé de profundizar la Democracia parlamentaria y Republicana y sufre desgajos importantes: Luis de la Puente Uceda, Carlos Delgado, Alfonso Barrantes, Ciro Alegría, entre los más significativos. Surge así la denominada “nueva izquierda”, que comete el error histórico de caer en el Leninismo y maoísmo, mutando hacia una propuesta autoritaria y militar. Producto de este desfase democrático, el Perú sufrió la guerra de guerrillas de las dos versiones de comunismo vigente: la de SL por el lado ortodoxo, y la del MRTA como derivación de la extraviada “Nueva Izquierda”. Ambas aventuras costaron a los sectores más pobres del país, sangre, más pobreza, mucha muerte y dolor. Ramiro tenía razón.
Caído el Muro de Berlín a fines de los años 80 e implosionada la URSS que dejó, miseria, deterioro moral, muerte, corrupción sin parangón en la historia (Castoriadis), el movimiento comunista peruano emigró al mundo rentado de las ONGs y buscó vientres de alquiler para sobrevivir políticamente. Por ello, no tuvo reparos en cobijarse detrás de políticos Fascistas como Humala, o detrás de guiñapos humanos como Toledo. En estos giros de pobredumbre ideológica y ética, no dejaron de odiar un solo segundo a su enemigo histórico: el aprismo de Haya de la Torre.
En los años 90, crearon el falso sambenito de la corrupción y lograron con éxito colocarlo al partido de la estrella. Quince años después se descubre que la mega corrupción provino de la Izquierda continental, del PT y del Foro de Sao Paulo, asociada de manera criminal con Odebrecht y que los implicados en coimas, chantajes y en el mayor robo al erario público de que tenga memoria la historia del país fueron operadores políticos de Izquierda.
Sin embargo, en todo este proceso de descomposición de la política, y del desplome de los partidos políticos en sus formas tradicionales, la sociedad peruana se fragmentó en cientos de partidos-empresa, y el debate y reflexión ideológica se sustituyó con shows y mass media.
Por este camino no hay forma que la sociedad peruana construya ciudadanía, un Estado fuerte e inclusivo, y reglas institucionales para el funcionamiento eficiente del campo social y económico. Para llevar adelante estas tareas históricas, el país necesita un movimiento Social Demócrata político e ideológico fuerte y renovado. Los años 20 del siglo XXI deben aprender de sus maestros apristas del siglo XX.