Ser objetivo (o buscarlo honestamente) es esencial para el adecuado desenvolvimiento en la actividad política. Perder la sindéresis y la objetividad, y a ello agregarle el odio, abre las puertas a la calumnia y la mentira. Para la buena política, esto no es aceptable.
La política es el arte del buen gobierno, es la actividad más pura, de mayor exigencia ética y moral porque administra el Bien Público. El Político representa al pueblo que deposita un encargo en él. Se debe al Pueblo y se debe a Dios.
Lamentablemente, una rápida indagación en la web permite verificar que los políticos –en general- muestran sólo la cara de la moneda que les conviene. No muestran objetivamente el panorama completo, sólo dan “su” versión de los hechos, versión que, en gran medida, está construida en base a conjeturas sin pruebas y llenas de maniqueísmos.
Un ejemplo. El ex Procurador Julio César Arbizu González ha hecho su carrera política pública sólo atacando a quien considera su “enemigo” político (digo expresamente enemigo, porque el Sr. Arbizu entiende la política desde una perspectiva Totalitaria que divide la sociedad en una guerra entre amigos y enemigos). Justamente por ello, sus “enemigos políticos” siempre para él también resultaron ser “corruptos”, hecho que evidentemente es falso. ¿Recuerdan los Procesos de Moscú, o la política del Gobierno de Cuba contra los balseros llamándolos “gusanos”? Es la misma cultura totalitaria. Al enemigo político hay que eliminarlo. Eso no se debe hacer y es nocivo para la cultura política del país.
Y no se debe hacer porque como Ex Procurador de la República debía mostrar mayor ecuanimidad y ser más objetivo al perseguir o denunciar el delito (y a los delincuentes) en defensa del Estado Peruano y la sociedad.
En esa línea totalitaria y maniquea, en sus artículos publicados (1) y (2) en varios medios de comunicación, sólo se dirige a atacar, de mala manera, a Alan García o Keiko Fujimori principalmente. Su moralidad pública es tan poco objetiva que los serios indicios de delitos cometidos por políticos de izquierda, los calla y encubre. Una lástima y peor para la izquierda.
Arbizu es miembro del Partido Nacionalista, y por ello fue nombrado procurador anticorrupción en octubre 2011 hasta enero del 2014. La moral pública le exige saber que dice HOY de los aportes demostrados de 3 millones de dólares a la campaña de su partido: “Durante el Gobierno del presidente Ollanta Humala, el Estado contrató con Odebrecht, entre julio de 2012 y diciembre de 2014, por más de 1,300 millones de soles para la ejecución de cuatro proyectos de infraestructura, según un informe publicado por Convoca.pe.”(3)
En su mira de catón moralizador tampoco existen su amigo Favre (4), Mendoza/Glave, la gestión Villarán. No son ni tocados ni analizados. Una “moral” selectiva, por decir lo menos. Lo que demuestra este ejemplo es que para Arbizu el puesto de Procurador le sirvió de arma política sólo contra sus adversarios políticos. La política entendida como guerra y la “moral” como el arma a utilizar.
También demuestra la falsa moral pública de muchos políticos. Una “moral” tuerta. Coja. Incompleta. Interesada. Para mis enemigos políticos: la sanción moral, y, para mis amigos: el cómplice perdón del silencio. A Julio Arbizu perfectamente puede aplicarse la sentencia del Maestro Basadre: “Los Podridos han prostituido y prostituyen palabras, conceptos, hechos e instituciones al servicio exclusivo de sus medros, de sus granjerías, de sus instintos y sus apasionamientos”
François Novaro
Abogado y Analista Político
(1) http://larepublica.pe/tag/julio-arbizu
(2) http://elcomercio.pe/noticias/julio-arbizu-314066
(4) https://twitter.com/blogdofavre/status/618809046016126979