Uno de los peores temores ciudadanos es sentirse desguarnecido ante la inseguridad ciudadana. Así mismo se sienten más de 32 millones de peruanos ante la incapacidad del actual gobierno de Pedro Castillo y la total disociación del actual ministro del Interior, el ex fiscal Avelino Guillén, con la realidad inmediata de nuestro país. Amén del cambalache ministerial que significa haber pasado por tres encargados de tal cartera en menos de seis meses.
Recordemos que ya desde campaña presidencial, el partido de gobierno no destacó precisamente por presentar propuestas técnicas ni, tampoco, líneas de acción inmediata contra el mayor flagelo social que azota día a día a mujeres, hombres, niños y ancianos. Por ejemplo, como parte de una anticipada improvisación -que a raíz de la entrevista de Castillo para el canal televisivo CNN ha sido confesada- teníamos que el Perú Libre ofrecía: Combatir la tenencia ilegal de armas, reorganización de la Policía Nacional del Perú (PNP), especialización científica de la Policía. Ciertamente, estos planteamientos son de necesaria consideración, pero los hechos concretos desmienten a las actuales autoridades de gobierno, a través de su incapacidad para gestionar siquiera alguno de ellos.
Por el contrario, en casos como los de reorganizar la PNP, ningún actor ha constituido mayor perjuicio que el mismo gobierno de Castillo y Perú Libre. Solo basta recordar las diferencias sostenidas entre el ministro Guillén, y el comandante general de la PNP, Javier Gallardo, debido al cierre final de la nómina con las nuevas designaciones en los puestos policiales para conocer, entre otras razones, el punto de actividad correspondiente de los generales PNP. De terror.
Asimismo, al recordar otras propuestas de Castillo en campaña, tales como apadrinar a las rondas campesinas desde el Estado para convertirlas en polizontes urbanos, solo queda soltar una terapéutica carcajada por evitar la tristeza o la rabia de saber que el Palacio de Gobierno deambula solo un practicante, según propias palabras del hoy gobernante del Perú.
LA PERSEPCIÓN Y LA REALIDAD EN TIEMPOS DE CASTILLO
Durante el último trimestre del año 2021, los peruanos y peruanas fuimos testigos del prematuro descalabro del castillismo recién estrenado (aviso del futuro calamitoso para los próximos cuatro años y medio). Primero, salieron a la palestra mediática y para conocimiento de todos los primeros escándalos de corrupción, y esto de la mano con el desfile sucesivo de los ministros del Interior, mostrando una vez que es una cartera delicada e irregular para hacer carrera política en el Perú.
Atravesamos, por tanto, el peor momento de inseguridad y nuestras autoridades nacionales no se dan por aludidas. Según la Policía Nacional del Perú, la percepción más abundante radica en el robo (modalidad de asalto), la estafa o las amenazas contra la libertad y la vida. Prácticamente, se puede aseverar que vivir en el Perú es vivir con miedo permanente a ser la próxima víctima.
Según el último Informe Técnico de Estadísticas de la Criminalidad, Seguridad Ciudadana y Violencia del Instituto de Estadísticas e Informática (INEI), en Lima Metropolitana, entre los meses de enero y marzo 2021, se registraron mayor número de denuncias por comisión de delitos (26 mil 670) seguido de Arequipa (5 mil 428) y Lambayeque (5 mil 248); mientras que, Huancavelica, Pasco, Moquegua y Madre de Dios registraron menos de 1 mil denuncias cada uno. Los departamentos con mayor incremento porcentual en el periodo enero-marzo 2021/enero-marzo 2020, fueron Huancavelica (10,3%), San Martín (8,6%) y Cajamarca (7,3%).
Mientras que los tipos de delito y las denuncias más frecuentes fueron contra el patrimonio (50 mil 776) seguido de aquellas contra la seguridad pública (9 mil 736), contra la vida, el cuerpo y la salud (9 mil 526) y contra la libertad (8 mil 919), cifras que permiten observar el escabroso escenario en el que millones de peruanos deben proseguir diariamente con sus actividades, exponiendo sus propias existencias.
¿Algo de esto le interesa a Castillo y a los muchos ministros del Interior de colección que va sumando hasta ahora?
PRELUDIO PARA ALGO ¿MEJOR?, ¿PEOR?
Pronto sabremos si en un acto desesperado, el Ejecutivo ha tomado una de las decisiones más polémicas de los últimos años: Declarar a la capital bajo estado de emergencia.
El martes 25 de enero, Avelino Guillén, recibió un informe de la PNP acerca de la viabilidad de declarar el estado de emergencia en las jurisdicciones de lima Metropolitana y el Callao. De tal suerte que el Consejo de Ministros, presidido por Mirtha Vásquez, aprobó la declaratoria de emergencia por 45 días ante el incremento de crímenes y actos delictivos en medio de la pandemia de la COVID19.
Las propias palabras de Guillen han sido: “Vamos a plantear que personal de la Dirección de Operaciones Especiales (Diroes) patrulle los conos de Lima y que las Fuerzas Armadas respalden nuestro trabajo en el centro de la ciudad. Necesitamos establecer protocolos de actuación”. Es decir, desde el gobierno mismo reconocen que emprenden acciones sin tener de ante mano los protocolos de actuación necesarios para su implementación.
No era chiste cuando Pedro Castillo mencionó hace pocos días que ha llegado al gobierno para “practicar”. El problema es cuando él y todos sus ministros se ponen a practicar con la vida de todos los peruanos. ¡Realmente, de terror!