Pedro Gonzalo Chávarry presentará mañana la renuncia a su cargo de Fiscal de la Nación y con esto una (de tantas) crisis debe quedar superada.
Varios aspectos de la política nacional pueden ser abordados y discutidos ante la actual renuncia. Los límites de la crisis y las acciones asumidas por cada actor político permiten detallar las capacidades y el buen manejo de los partidos políticos en su labor de representación ciudadana y en su vocación de expectación colectiva.
Congreso sin quórum deja de ser parlamento.
Fuerza Popular recordó hoy graves crisis políticas atravesadas en Perú durante el siglo XX que tuvieron como inicua partida el rebote vacío del eco bajo el techo del hemiciclo, ante la muda presencia de las enormes estatuas de escayola que sostienen las galerías: el fantasma del ausentismo.
El ausentismo parlamentario, promovido por sectores gobiernistas en nuestro pasado, corroyó procesos democráticos recientemente readquiridos en años 1947 y 1967. En dichas ocasiones (1947 y 1967) existieron peripecias coyunturales, pero, a la vez, se develaron telones de fondo arraigados en la bronca por el manejo mismo de las políticas de Estado; el control precios y la crisis de la recaudación fiscal, respectivamente, dieron como resultado una democracia carcomida y posteriores golpes de Estado.
Hasta aquí el dato histórico. Arrastremos los hechos hasta hoy. ¿El ausentismo podría tener ahora y para futuras crisis una motivación opositora en el Congreso? ¿Qué pretende Fuerza Popular con un ausentismo reeditado? ¿Qué lección institucional imparte este partido político? Por último, ¿Qué leitmotiv impulsa esta última zarzuela?
Si Fuerza Popular pretendió restregar a los peruanos que sus curules naranjas son imprescindibles para el desenvolvimiento político nacional, no se ha enterado que ante crisis, agrupaciones e individuos que no responden a una formación institucional velan, únicamente, por su supervivencia. En efecto, Chávarry dejó a su suerte a Fuerza Popular igual que ésta, a través de su encarcelada lideresa, dejó a su suerte al renunciado fiscal.
Si el leitmotiv es evitar el control de las instituciones estatales por parte del Ejecutivo (motivo más que probable ante constantes figuraciones gobiernistas), el ausentismo parlamentario no es un camino honroso.
Ante el todo o nada, la política ha sido hecha para superar malsanas dicotomías. La actitud mostrada hoy por Fuerza Popular no ayuda en nada ni a la concertación ni al entendimiento políticos. No existe lección alguna en que una bancada con primera minoría parlamentaria, como Fuerza Popular, pierda el manejo y recurra a la huida. La ciudadanía queda absorta y dubitativa.