Punto de Encuentro

Fuego, inercia y desesperanza

Por Antero Flores-Araoz

Como todos sabemos, nuestro país cuenta con tres soberbias regiones geográficas, como son costa, sierra y selva. Como es fácil comprender, cada una de ellas tienen especiales características como también dificultades y peligros.
En la costa estamos más expuestos a los sismos, en la sierra a las heladas y sequías y, en la selva a las contingencias forestales, especialmente los incendios y la destrucción de bosques por mano humana. Por supuesto que hay también situaciones que se dan tanto en costa, sierra y selva, como la minería ilegal que tanto daño hace a todo el país, aunque por causa de la naturaleza tenemos los fenómenos del Niño y de la Niña que periódicamente afecta a toda la población, sin distinción de regiones, como también desbordes e inundaciones.
Si sabemos cuales son los peligros ocasionados por la naturaleza, deberíamos planificar las acciones preventivas que nos ayuden en lo posible a estar preparados para los desastres naturales. Nos advirtió hasta la saciedad el gran sismólogo Julio Kuroiwa de un gran sismo en grado altísimo de destrucción, principalmente en la costa por efectos de las aproximaciones de la placa de Nazca. Sin embargo, poco o nada se ha hecho como algunos simulacros con poca presencia de la población, tenencia de la mochila de urgencias que pocos la tienen vigente, como también avisos del INDECI      a través de la telefonía celular.
Para los friajes se ha dejado de construir los cobertizos para la fauna especialmente de alimentación humana, como también las llamadas “cocinas mejoradas” que con tanto empeño difundió doña Pilar Nores de García.
En lo que se refiere a las inundaciones, salvo la prensa que periódicamente insiste en la descolmatación de ríos y en el traslado de las poblaciones asentadas en causes que gran parte del tiempo están secos, pero que todos sabemos que por allí circularán aguas en tiempos especiales.
Últimamente venimos sufriendo incendios forestales, algunos causados por la propia naturaleza, otros por irresponsables manos humanas, aunque hay preocupación que algunos otros hayan sido por obra delincuencial, con carácter internacional, pues los incendios forestales se han dado en numerosos países de nuestro hemisferio, a lo que se le suma algunas acciones de países lejanos, los que tanto en el Ártico como en el Antártico pudiesen sido generadores del grave problema.
El Estado Peruano se ha mostrado en un principio renuente a declarar la emergencia y cuando lo ha hecho ha sido a destiempo y en forma parcial, pero con olvido de la declaración de emergencia con suspensión de algunas garantías constitucionales que puedan facilitar la acción policial para ubicar a los causantes de incendios provocados y ponerlos en manos del Ministerio Público para su procesamiento judicial.
La desesperanza de los afectados por los incendios es dramática y lamentablemente la ayuda que les debería llegar es poca y lenta y, la que está en manos de la actividad privada es insuficiente pues la ley que la permite N° 30498, es tan burocrática que requiere de prontas modificaciones.
No tenemos ni aviones suficientes para las emergencias, como tampoco helicópteros y mucho menos las aeronaves especializadas para sofocar los incendios, mientras que se sabe por declaraciones de nuestros gobernantes que se tiene prevista la adquisición de aviones de combate, que pueden ser muy disuasivos, pero primero tiene que ser lo urgente, luego lo indispensable para continuar con lo simplemente necesario.
Si se conocen las urgencias hay que proceder a la prevención que es más fácil y menos costosa que la remediación. A ver si por fin ¡se ponen las pilas!

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