Por Antero Flores-Araoz
En materia educativa nacional, hay visiones erradas o lejanas de la realidad, por lo que es conveniente ir deshaciendo mitos y desterrando algunas mentiras.
Uno de los errores es considerar que la educación pública es mala y que la privada es buena. No pues, hay excelentes establecimientos educacionales tanto públicos como privados, como también los hay pésimos en ambos sectores.
En lo que se refiere a la infraestructura también hay el mito de que los colegios privados tienen mejores instalaciones que las escuelas públicas, lo que es verdad a medias, pues nos encontramos con diversidad de unidades escolares modernizadas durante el gobierno de Alan García siendo José Antonio Chang el ministro del sector, que no tienen nada que envidiar a los establecimientos educativos privados, donde también los hay en deplorable situación.
La escuela pública es gratuita y la privada es solventada por los padres o tutores de los colegiales y, muchos creen que porque la educación en colegios privados es de paga, es mejor que la primera. Hay buenas y malas, tanto en unas como en otras, lo que repetimos para evitar equívocos.
Si bien en la educación pública no hay pago de pensiones y en la privada si, en ambas los responsables de los educandos solventan libros y útiles de aprendizaje, pero el Estado también contribuye económicamente con la educación privada y lo hace en forma indirecta.
Nos explicamos, los colegios privados no pagan el Impuesto Predial pues por ley están inafectos al igual que las pensiones escolares están inafectas al IGV. Por los libros tampoco se paga IGV y si hay reinversión de renta, el tratamiento tributario es privilegiado. Esto mismo sucede con las universidades, no solo por mandato del artículo 19 de la Constitución sino también por su desarrollo en la educación superior, incluyendo la universitaria, según Ley 30220.
Si es que no hubiese las inafectaciones y exoneraciones tributarias en materia educativa, evidentemente la educación privada sería más onerosa, con lo cual es claro que el Estado ayuda económicamente a la educación privada, además de soportar la integridad de los costos de la pública.
En el tema de la calidad educativa hay bastantes objeciones y críticas, pero también la esperanza de que las cosas mejoren, pues luego de mucho tiempo hemos tenido un ministro de educación comprometido con dicha tarea. Quizás sería conveniente que el Ministerio de Educación se concentre en mejorar la calidad de la enseñanza y en cuidar que ella no sea alienante ni tenga enfoques que los verdaderos educadores repudian.
A través de los medios de prensa se han podido observar, locales escolares del Estado en situación crítica, sin servicios sanitarios elementales, algunos hasta a la intemperie y que necesitan reconstrucción. Ésa función bien podría delegarse al Ministerio de Vivienda y Construcción que goza del conocimiento y experiencia y, en lo que se refiere al mobiliario escolar, delegar la reparación o adquisición a la entidad especializada de las compras estatales.
Además, en lo que es escuela pública, los alumnos deberían ir a las cercanas a sus domicilios, lo que reduciría el tránsito y a la vez les daría más tiempo para estar en la escuela o en sus hogares.